Este valor pedagógico-catequético de los santos se presenta como una ayuda para la catequesis de adultos. El alto nivel de vida cristiana que representa la santidad, el Evangelio anunciado en catequesis, tiene luego personas que lo han vivido. Cuando se conocen a estas personas, despojando la hagiografía de leyendas y anécdotas piadosas y devocionales, son una ayuda en el proceso formativo de los adultos.
Cada mes se puede entregar una biografía amplia (hay libros que son compendios de hagiografías de 1012 páginas, muy útiles) de algún santo contemporáneo, preferiblemente seglar en los primeros meses (Luigi Beltrame y su esposa, el doctor José Moscati, Pier Giorgio Frassati...) para conocer modelos seglares de santidad. De paso, se inculca así la vocación a la santidad, común a todo bautizado.
¿Qué se puede aprender leyendo estas vidas de santos?
Entre otras cosas:
- que Dios va conduciendo a cada persona
- que la santidad supone una respuesta libre y absoluta al Señor
- que las dificultades las vivieron todos los santos, pero supieron superarlas
- que la santidad no es lo extraordinario-milagrero, sino una vivencia cristiana plena en aquello que se es y se vive (matrimonio, trabajo, amistad, deportes...)
- que no existe un único modo de santidad, sino tantos caminos como personas.
La catequesis de adultos, la dirección espiritual, la misma teología, se enriquecen mostrando esta "teología viva" que son los santos, donde Cristo ha plasmado en cada uno un aspecto distinto de su Misterio insondable. Aquí han aparecido alguna que otra vez la vida de algún santo con ese motivo y esa perspectiva: Santo Domingo, Edith Stein, los mártires españoles (19311939), san Juan de la Cruz...
Es algo más que contar anécdotas o narrar milagros; es ver cómo reflejan a Cristo y así suscitar en nosotros el deseo de la santidad y la disponibilidad a la Gracia, en el propio estado de vida, en la personalísima vocación o carisma que Dios nos haya otorgado.