Como he afirmado muchas veces, la cultura de hoy se resiente fuertemente, tanto de una visión dominada por el relativismo y el subjetivismo, como por métodos y actitudes a veces superficiales e incluso banales, que dañan la seriedad de la investigación y de la reflexión y, en consecuencia también el diálogo, la comparación y la comunicación interpersonal. Parece, por tanto, urgente y necesario volver a crear las condiciones esenciales de una capacidad real de profundización en el estudio y en la investigación, para que se dialogue racionalmente y se confronte eficazmente sobre las diversas problemáticas, en la perspectiva de un crecimiento común y de una formación que promueva al hombre en su integridad y compleción. A la carencia de puntos de referencia ideales y morales, que penaliza particularmente la convivencia civil y sobre todo la formación de las generaciones jóvenes, debe corresponder una oferta ideal y práctica de valores y de verdades, de razones fuertes de vida y de esperanza, que pueda y deba interesar a todos, sobre todo a los jóvenes (Benedicto XVI, Discurso a las Academias Pontificias, 28-enero-2010)
Varios son los puntos fuertes de este párrafo.
1. Hemos de ser realistas y mirar la realidad en la que vivimos para saber situarnos y dar una respuesta creyente. Lo primero es que la cultura hoy se resiente, y mucho, del relativismo y del subjetivismo. Nos lo inculcan por todas partes, desde lo más inocente (programas de humor, series de TV) hasta lo más descarado (tertulias y debates). Esto genera una mentalidad: la opinión lo es todo, la tolerancia es compartir opiniones sin establecer ni buscar qué es Verdad y qué es mentira. A esto se le une el subjetivismo: la vida se determina por las emociones y sentimientos de cada uno, hacer lo que uno "sienta", lo que a uno le plazca, sin pensar, porque la inteligencia hoy está arrinconada en favor del sentimiento. ¡¡Es horrible!! Veamos (por favor, una sola vez) pero veamos uno de esos programas de "corazón" y comprenderemos bien qué es el subjetivismo y el emotivismo. Incluso la tan manida frase "allá cada cual con su conciencia" permite que incluso una conciencia errónea, equivocada o deformada, tenga plena libertad de acción. ¿Nada ni nadie ilumina la conciencia?
2. Señala el Papa que este relativismo y subjetivismo dañan "la investigación y la reflexión". Un pueblo que no piensa es un pueblo fácilmente manipulable. Esto es lo que hoy día se da. El pensamiento está debilitado. La capacidad crítica, de discernimiento, se intenta ahogar enmarcando un "pensamiento oficial", "políticamente correcto", uniformando a todos. Pero la investigación y la reflexión se están paralizando, incluso en el ámbito académico. Se privilegia en la enseñanza lo técnico, lo matemático, pero no aquellos aspectos que ennoblecen el alma humana y le enseñan a pensar: literatura, filosofía, historia, arte..., en general, las humanidades.
3. Si hay que ir creando las condiciones básicas para afrontar, responder y transformar esta cultura, hay que destacar la necesidad de LEER, sí, tal cual, de leer: leer libros, pensarlos, dialogar con los libros y sus autores. Se escribe y se publica mucho, pero se lee poquísimo. El hábito de la lectura va haciendo al hombre libre. Y en sentido general, la necesidad de la formación, sólida, razonada: grupos de formación, círculos, catequesis de adultos, clases de teología.
A esta cultura tenemos que dar una respuesta y una alternativa cristianas. Empecemos por poner las bases: conocerla bien, leer y estudiar, la formación cristiana.
Como he afirmado muchas veces, la cultura de hoy se resiente fuertemente, tanto de una visión dominada por el relativismo y el subjetivismo, como por métodos y actitudes a veces superficiales e incluso banales, que dañan la seriedad de la investigación y de la reflexión y, en consecuencia también el diálogo, la comparación y la comunicación interpersonal. Parece, por tanto, urgente y necesario volver a crear las condiciones esenciales de una capacidad real de profundización en el estudio y en la investigación, para que se dialogue racionalmente y se confronte eficazmente sobre las diversas problemáticas, en la perspectiva de un crecimiento común y de una formación que promueva al hombre en su integridad y compleción. A la carencia de puntos de referencia ideales y morales, que penaliza particularmente la convivencia civil y sobre todo la formación de las generaciones jóvenes, debe corresponder una oferta ideal y práctica de valores y de verdades, de razones fuertes de vida y de esperanza, que pueda y deba interesar a todos, sobre todo a los jóvenes (Benedicto XVI, Discurso a las Academias Pontificias, 28-enero-2010)
Varios son los puntos fuertes de este párrafo.
1. Hemos de ser realistas y mirar la realidad en la que vivimos para saber situarnos y dar una respuesta creyente. Lo primero es que la cultura hoy se resiente, y mucho, del relativismo y del subjetivismo. Nos lo inculcan por todas partes, desde lo más inocente (programas de humor, series de TV) hasta lo más descarado (tertulias y debates). Esto genera una mentalidad: la opinión lo es todo, la tolerancia es compartir opiniones sin establecer ni buscar qué es Verdad y qué es mentira. A esto se le une el subjetivismo: la vida se determina por las emociones y sentimientos de cada uno, hacer lo que uno "sienta", lo que a uno le plazca, sin pensar, porque la inteligencia hoy está arrinconada en favor del sentimiento. ¡¡Es horrible!! Veamos (por favor, una sola vez) pero veamos uno de esos programas de "corazón" y comprenderemos bien qué es el subjetivismo y el emotivismo. Incluso la tan manida frase "allá cada cual con su conciencia" permite que incluso una conciencia errónea, equivocada o deformada, tenga plena libertad de acción. ¿Nada ni nadie ilumina la conciencia?
2. Señala el Papa que este relativismo y subjetivismo dañan "la investigación y la reflexión". Un pueblo que no piensa es un pueblo fácilmente manipulable. Esto es lo que hoy día se da. El pensamiento está debilitado. La capacidad crítica, de discernimiento, se intenta ahogar enmarcando un "pensamiento oficial", "políticamente correcto", uniformando a todos. Pero la investigación y la reflexión se están paralizando, incluso en el ámbito académico. Se privilegia en la enseñanza lo técnico, lo matemático, pero no aquellos aspectos que ennoblecen el alma humana y le enseñan a pensar: literatura, filosofía, historia, arte..., en general, las humanidades.
3. Si hay que ir creando las condiciones básicas para afrontar, responder y transformar esta cultura, hay que destacar la necesidad de LEER, sí, tal cual, de leer: leer libros, pensarlos, dialogar con los libros y sus autores. Se escribe y se publica mucho, pero se lee poquísimo. El hábito de la lectura va haciendo al hombre libre. Y en sentido general, la necesidad de la formación, sólida, razonada: grupos de formación, círculos, catequesis de adultos, clases de teología.
A esta cultura tenemos que dar una respuesta y una alternativa cristianas. Empecemos por poner las bases: conocerla bien, leer y estudiar, la formación cristiana.