Al hablar de vocación política hay que distinguir entre la política de pueblo y la política como profesión y dedicación.
Dentro de la actuación de los cristianos en la marcha de pueblos y de algunas ciudades, nos conocemos todos y sabemos de las cualidades de los ciudadanos, lo mismo que también de qué pie cojean.
Nos referimos más bien a lo que podríamos llamar profesión política, es decir cuando uno se dedica a la política como profesión, profesión noble como cualquier otra, pero que hay que ejercer con espíritu de servicio, como las demás profesiones.
Es muy difícil mantener una gran altura moral en política si se ha entrado en este campo buscando obtener pingües beneficios personales. Si se entra en la política es para servir. Así como suena, para servir al bien común en beneficio de todos los ciudadanos, especialmente de los más pobres y necesitados.
Sin embargo es lógico que si uno se mete en política ha de tener una recompensa justa, como cuando uno se mete en cualquier profesión. Pero ¿no nos parece que andan exageraditos algunos sueldos que muchos políticos han decidido ponerse a sí mismos?
Es lamentable ver cómo muchos de nuestros políticos, lo primero que han hecho ha sido asignarse unos sueldos exagerados, unas ventajas económicas muy por encima de lo corriente.
Nadie niega que los políticos deban estar bien retribuidos, sobre todo, quienes ocupan puestos de gran responsabilidad; entre otras razones, para que no intenten aprovecharse del cargo en beneficio propio. Sin embargo, hay que tener en cuenta también que, en muchos casos, no todos los que ocupan un puesto de responsabilidad lo ocupan por méritos personales acreditados, sino por otras vías de acceso.
Hay mucha gente incompetente en la política, que han ingresado en ella buscando un brillante porvenir y sin las mínimas cualidades ni preparación para desempeñar las obligaciones que su cargo conlleva. Lo mismo que sucede en otras profesiones.
Los profesionales de la política, desde el punto de vista cristiano, están de lleno dentro de una vocación. Son llamados por Dios a trabajar por el bien común. Y como toda vocación, ha de suponerles una entrega al servicio, sin buscar ventajas ni conveniencias personales.
Cuando un político ha sido elegido por el pueblo, no ha recibido un cheque en blanco para hacer lo que quiera; ha sido elegido para que sirva con justicia a todo el pueblo.
A los que quieran dedicarse de lleno a la política, les aconsejaría que tuvieses asegurada una profesión; de lo contrario, es fácil venderse, sobre todo cuando tienes una familia y un status social que quieres mantener.
No es fácil resistir a la tentación de obtener ventajas económicas cuando crees que no perjudicas a nadie. Me contaba un político no hace mucho, que se da el caso de que, por el mero hecho de asignar unas obras a una empresa concreta, sabe uno que va a obtener una gratificación personal que no pocas veces llega a millones si la asigna a pesar de que esa empresa esté ofertando un presupuesto más elevado, y no la asigna a otras que ofrecen mejores condiciones. Por dignidad y por moralidad, no se puede aceptar. Esto creo que se llama corrupción. Pero la vida es así de enrevesada. Sólo hay que ver el patrimonio económico de algunos políticos que, de la noche a la mañana, ha aumentado prodigiosamente y nadie sabe de dónde ni porqué.
Un consejo que yo daría a los políticos profesionales es que nunca acepten lo que no quisieran que saliese a la luz pública.
José Gea