Me dan pie para la reflexión en voz alta, algunos textos sacados de la Biblia, que a veces pasan desapercibidos y encierran en sí mismos una profundidad y consuelo inmensos para la vida de los creyentes.
No es lo mismo oír en un sermón, plática u homilía al ministro de turno, que dice cosas tan resabidas o parecidas a éstas, como que “Dios no tiene límites en su conocimiento y en su divina sabiduría, ya que todo lo tiene presente y que nada de lo que sucede, escapa a su amorosa providencia”, que leer en los textos sagrados, literal y directamente, cosas tan hermosas y consoladoras como las siguientes: “Señor, tú me escudriñas y me conoces. Tú conoces cuando me siento y me levanto. Tú penetras de lejos mis pensamientos. Tú sabes si camino o si descanso. Todos mis pasos te son familiares. Aún no está en mi lengua la palabra, y Tú, Señor, la conoces entera. Me envuelves por delante y por detrás y me cubres con tu mano. Tu conocimiento es un misterio para mí. Tan alto que no puedo comprenderlo”.Sal 139, 1-6. En otro salmo se lee que “Dios conoce a cada estrella y a cada una la llama por su nombre”. Jesús dijo en el Evangelio:”Yo soy el buen pastor. Como el Padre me conoce y yo le conozco, del mismo modo conozco yo a mis ovejas y ellas me conocen a mí y yo doy mi vida por ellas”.Jo 10.1415.”Me da pena de esta gente, porque andan como ovejas sin pastor.”
Con razón se ha dicho que alimenta más un solo renglón de la Palabra de Dios , que decenas de libros humanos. Amigo mío, haz la prueba. “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTÍN