El presidente del Parlamento español nos dijo durante la procesión de Corpus Christi de Toledo: "El que crea que el divorcio es algo de relevancia moral, es que no está en estos tiempos" Además explica que esto es algo normal, "porque personas divorciados hay a gogó en Toledo y en España" porque "somos millones" los divorciados. El mensaje del Sr. Bono es muy claro y lo ha sabido dar en el lugar y el momento adecuado
La presidenta de Castilla la Mancha, en la misa de Corpus Christi comulga sin rubor delante de todos, siendo una persona divorciada. Igual que el Sr. Bono, la Sra. Cospedal ha enviado un mensaje muy evidente. Ambos han actuado en tiempo y forma con maestría.
Cristo dejó claro que no se puede servir a dos señores (Mt 6,24). No se puede tener una doble escala de valores con las que atender las circunstancias según estemos en tal o cual situación. También dejó claro que a Dios es necesario ofrecerle lo que es Suyo y al Cesar (el mundo) lo que le es propio (Mt 22,21).
Es cierto que el pasaje de los impuestos se interpreta, a menudo, de manera que la fractura entre Dios y el mundo se localiza únicamente en las apariencias exteriores. Respeto ese entendimiento aunque no lo comparto.
Si leemos el pasaje evangélico con detenimiento, veremos que el lugar de fractura, son los impuestos que se pagan con monedas simbólicamente pertenecientes al Cesar. Queda claro que las monedas están marcadas con el símbolo del mundo y que son, por lo tanto, del mundo. Si nos asimilamos a las monedas que Cristo toma en las manos ¿Qué signo tenemos marcado? ¿De quien somos? ¿Somos parcial o totalmente del Cesar? ¿Somos de Dios? Todo signo comunica un mensaje ¿Qué mensaje comunicamos?
Es evidente que tras el bautismo, estamos marcados por la gracia de Dios y la marca del Cesar ha quedado borrada. No somos el mundo. Por eso el mundo nos rechaza. Cristo lo dice:
Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió. (Jn 1518-21)
Esta comprensión de estar marcados por el signo de Dios vuelve a quedar clara en la carta a Diogneto, donde se muestra la relación del cristiano con el mundo:
[Los cristianos] ...Se casan como todos y engendran hijos, pero no abandonan a los nacidos. Ponen mesa común, pero no lecho. Viven en la carne, pero no viven según la carne. Están sobre la tierra, pero su ciudadanía es la del cielo. Se someten a las leyes establecidas, pero con su propia vida superan las leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los desconoce, y con todo se los condena. Son llevados a la muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos. Les falta todo, pero les sobra todo. Son deshonrados, pero se glorían en la misma deshonra. Son calumniados, y en ello son justificados. «Se los insulta, y ellos bendicen». Se los injuria, y ellos dan honor. Hacen el bien, y son castigados como malvados. Ante la pena de muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los judíos les declaran guerra como a extranjeros y los griegos les persiguen, pero los mismos que les odian no pueden decir los motivos de su odio. (carta a Diogneto)
Disponemos de otro pasaje evangélico en donde se vuelve a mostrar que el lugar de la fractura solo puede ser interior… ya que de otra forma nuestro bautismo carecería de sentido: las negaciones de Pedro (Mt 26,69-75).
Es evidente. La sociedad actual ha aprendido a vacunarse contra el cristianismo y cada vez lo hace mejor. El Sr. Bono y la Sra. Cospedal han sabido actuar como eficaces antibióticos que impiden la fermentación de la masa de harina. Han sabido dar testimonio del mundo justo en el momento y lugar adecuado para comprometer o desestabilizar la levadura que transforma. Miles o millones de personas han captado su mensaje de forma consciente o inconsciente y ahora nos dicen con más ganas, que no somos de este mundo, que no somos de este tiempo. El mundo y el tiempo de la cristiandad moderna y permisiva que estos políticos nos ofrecen y testimonian. Gracias a Dios que no lo somos.
¿Qué hacer? Nos toca mutar para defendernos de estos modernos y eficaces antibióticos. Nos tienen cogida la medida y saben cómo actuar sin que nadie diga nada. Pero ¿Cómo? ¿Estamos dispuestos a transformarnos internamente para ser signos de Cristo? Esa es la principal pregunta.
¿Qué hacer? Nos toca mutar para defendernos de estos modernos y eficaces antibióticos. Nos tienen cogida la medida y saben cómo actuar sin que nadie diga nada. Pero ¿Cómo? ¿Estamos dispuestos a transformarnos internamente para ser signos de Cristo? Esa es la principal pregunta.