Este año y sólo este año, -el año musulmán, como se sabe, es más corto que el cristiano y de tipo lunar y no solar, por lo que la coincidencia en fechas no pasa de ser eso, una coincidencia- nuestro 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, coincide con el 27 del mes islámico de rajab, en la que los practicantes de la religión islámica celebran también su fiesta, el llamado mi’râÿ, literalmente “escala”, aunque traducido como “ascensión” (al cielo), que siguió al llamado isra’ o “viaje nocturno” (de La Meca a Jerusalén). ¿Pero que representa cada uno de estos conceptos?
 
            Lo primero que ha de decirse es que la ascensión del Profeta al cielo nada tiene que ver con la que, según relatan Marcos y Lucas, realizó Jesús al final de su estancia en el mundo, después de haber resucitado y como escenificación de su victoria sobre la muerte en el modo en que profesamos los cristianos. La ascensión de Mahoma es una ascensión al cielo en un momento concreto de su vida, para volver luego de él (de hecho, todo ocurre en el curso de una noche), aunque con posterioridad, once años después como tendremos ocasión de ver, también Mahoma hubiera de acudir a su cita con la Parca y degustar el amargo plato de la muerte, cosa que aconteció en 632.
 
            Centrándonos en el tema, existe la creencia entre los musulmanes de que Mahoma, que nunca había estado antes, ni estaría después, en Jerusalén, realizó una especie de viaje místico a la ciudad del rey David, el llamado isra´, tras el cual habría ascendido a los siete cielos, el llamado mi’râÿ, ocasión en la que conoció a los principales profetas del Corán, que acontecen ser los del Antiguo y el Nuevo Testamento.
 
            En el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, existen referencias tangenciales al magno evento. Probablemente sea la más clara la que se contiene en la sura(1) 17, titulada precisamente “El viaje nocturno”, donde dice:
 
            “Gloria a Quien hizo viajar a Su Siervo de noche, desde la Mezquita Sagrada a la Mezquita Lejana cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de Nuestros signos!” (C. 17, 1)
 
            En nota a pie de página, Julio Cortés, autor de una de las traducciones más autorizadas del Corán al español, comenta sobre la aleya(2) en cuestión:
 
            “Viaje nocturno de Mahoma, desde la Mezquita Sagrada de La Meca hasta la Mezquita Lejana o Templo de Jerusalén, y de allí, por medio de una escala, su ascensión y visita del cielo y del infierno, para regresar a La Meca antes del alba. Según la tradición ortodoxa más aceptada, se trata de un viaje real en 621 [once años antes, pues, de morir el Profeta] a caballo de Buraq; según los modernistas, se trata de un sueño (C. 17, 60)”.
 
            Se refiere también al acontecimiento la biografía de Mahoma escrita por Mohammed ibn Isḥaq ibn Yasār ibn Khiyār, generalmente nombrado Ibn Ishaq, muerto hacia el año 767. Se titula “Vida del Mensajero de Dios”, y aunque escrita más de un siglo después de la muerte de Mahoma, es la más antigua conocida, por lo que adquiere tintes de canónica entre los musulmanes. Pues bien, en dicha obra(3) , leemos el siguiente relato del evento, puesto en boca del propio Profeta:
 
            “El apóstol de Dios dijo: mientras dormía en la sala norte de la Kaaba, Gabriel [el Arcángel] vino y me dio una patada. Me levanté pero no vi nada; por lo tanto me acosté de nuevo. Vino otra vez y ocurrió lo mismo, pero cuando lo hizo por tercera vez, me tomó del brazo, así que me levanté y fui con él a la puerta de la mezquita. He ahí que vi una bestia, blanca de color, en parte mula y en parte burro, con dos alas que cubrían sus cuartos traseros, y con sus cuartos delanteros colocados tan lejos como la vista podía alcanzar. Cuando me acerqué a la bestia para montarla, se agitó, pero Gabriel le pasó la mano por la crin y le dijo: “¿No te avergüenza, oh Buraq? ¡Ningún siervo de Dios te he montado nunca que sea más digno que Mahoma!”. Entonces la bestia se tranquilizó y yo la monté”.
            El apóstol de Alá, acompañado por Gabriel, fue transportado a Jerusalén, donde se encontró con Abraham, Moisés y otros profetas. El se les acercó y rezó con ellos”.
 
 
            (1) Capítulo.
                (2) Versículo.
            (3) Tomado de la versión inglesa reducida editada por Michael Edwardes de The Folio Society.
 

 
 
De la ascensión de Jesús, en la que también los musulmanes creen
De los signos del fin de los tiempos en el islam
De la Anunciación, fiesta común de cristianos y musulmanes en Líbano
De la secta ahmadí que venera a un Jesús muerto con 120 años en India