La educación es una de las preocupacions más importantes de los padres. No basta traer hijos al mundo, alimentarlos bien, y que no les falte de nada. La educación es el arte de hacer de de esos hijos personas formadas, no solo instruidas. Hay mucho que desarrollar en la persona de cada hijo: virtudes humanas, buenos hábitos, virtudes cristianas, corrección en el trato, capacidad de discernimiento, madurez afectiva… Mucha tarea, es cierto, pero eso es lo que exige una obra de arte, con la ayuda de los expertos. Una página dedicada especialmente a la familia (ver enlace al final del artículo), se plantea el tema de los errores más comunes que se pueden cometer a la hora de educar a los hijos. Aquí los ofrecemos para información del interesado en el tema. ¿Se ha preguntado alguna vez el porqué de la expresión: “educar es un arte”? Pues bien, la labor educativa de un padre es tan delicada como maravillosa, que implica un proceso de aprendizaje sujeto a equivocaciones. A pesar de querer lo mejor para los hijos, no siempre los padres los benefician con ciertas actitudes. Sabemos pues que nadie nace aprendido –al menos hasta ahora- ni siquiera los padres, serán muchos los intentos fallidos para hacer de los hijos personas valerosas, sin embargo deben ser esos tropiezos, oportunidades para detener una conducta inapropiada y revertir el cauce. No es la intención hacer críticas a una labor tan admirable, como es la de un padre, sino abrir espacios de reflexión donde se evalúen acciones que pueden ser corregidas a tiempo. A continuación las equivocaciones más frecuentes de los papás en la formación de sus hijos. 1. Uso inadecuado de la autoridad: es cuando la autoridad sólo se concibe en los extremos: autoritarismo o permisividad, no hay punto medio. Tan dañina es una como la otra, el ambiente educativo en ambas no ayuda en lo absoluto a la formación de la persona, la primera por la posición rigurosa de los padres que da como respuesta unos hijos temerosos y solapados; y la segunda por exceso de libertad que se convierte en el efecto contrario (personas llenas de ataduras). 2. Incongruencia entre el decir y el actuar: es uno de los errores que más cometen los educadores sin tener conciencia de su alcance. Se refiere a las famosas amenazas que nunca se llevan a cabo, así como a las promesas que no logran ser cumplidas. Para una mejor ilustración, es cuando los papás aplican normas o sanciones que al final ellos mismos las ignoran, no las hacen cumplir o terminan cediendo. Esto indica que la autoridad es débil y puede quebrantarse fácilmente. 3. Disparidad en la autoridad: hace alusión a la situación donde la madre emite un mensaje y el padre otro, con regularidad desautorizándose entre ellos, lo que produce un laberinto donde el hijo no sabe en qué dirección marchar ni a qué salida llegar. La falta de unión de criterios educativos, entorpece la misión instructiva. 4. Concepto erróneo de la libertad: es la falsa creencia de que la libertad consiste en permitirle a los hijos hacer lo que quieran, donde quieran, como quieran y la hora que quieran, porque consideran que al establecer lineamientos están impidiendo el libre desarrollo de la personalidad. Muy diferente es educar en la libertad: permitir y promover en los hijos la toma de decisiones con base en distintas posibilidades, ayudándoles a distinguir lo que es beneficioso y lo que no.
5. Sobreprotección: no es otra cosa que impedir la autonomía de los hijos, donde los padres realizan por ellos trabajos que están en total capacidad de ejercerlos por sus propios medios. Por lo general este tipo de padres, buscan evitarles a los hijos todo sufrimiento o dificultad posible. El fruto de la sobreprotección es la inseguridad que se genera en la persona, así como la incapacidad para sortear inconvenientes. Es un amor posesivo, de apego, que obstaculiza el proceso natural de los hijos. 6. Manipulación afectiva: es cuando se pone de por medio un interés específico del padre, para lograr un objetivo con sus hijos. Puede darse en cualquier edad, incluso cuando los hijos ya han formado sus propios hogares y los padres recurren a diversas razones (dinero, enfermedad, compañía, etc.) para capturar su atención; mientras que cuando están pequeños los elementos de manipulación suelen ser otros. 7. Llenar vacíos con elementos materiales: es un fenómeno que se vive en muchas familias actuales, la falta de tiempo para estar con los hijos, se compensa con juguetes, computadoras, celulares… que tienen como fin satisfacer el cariño que los padres no les pueden conceder por sus ocupaciones laborales. 8. No reconocer las limitaciones de los hijos: negarse a admitir las dificultades que los hijos presentan o exigirles habilidades que no poseen, da lugar a una serie de contrariedades que perjudican a las dos partes. Muchas veces los padres buscan hacer de sus hijos lo que ellos no pudieron lograr, de forma que sus frustraciones las ven posibles en la vida de sus pequeños. Otro escenario donde es común esta situación, es en el dinamismo de la relación familia-colegio, en la cual los maestros retroalimentan a los padres sobre la conducta de los hijos y ellos se rehúsan a aceptar dicha realidad. 9. Comunicación deficiente: es el miedo a tratar con los hijos ciertos temas difíciles de abordar (sexualidad, adicciones, amistades poco convenientes…) lo que los deja en plena libertad para hallar la información en fuentes que distorsionan la realidad y el sentido de las cosas. 10. Manejo de las nuevas tecnologías: se ha observado en los hogares una carencia de límites y normas para el uso de las tecnologías, lo que puede abrir puertas a mundos oscuros y peligrosos para seres humanos que todavía se encuentran en formación, como son contactos con personas desconocidas, pornografía, adicción al juego, aislamiento, entre otros.
Puede que muchos padres cometan alguno de estos errores, pero no hay que desanimarse. Es cuestión de tomar buena nota e intentar que esa obra de arte, que es la educación, se perfeccione con un interés renovado de hacer de los hijos lo que realmente ha soñado, o sueña cada día. La educación es una labor difícil hoy, pero apasionante. No hay cosa mejor que enseñar a un hijo o una hija a ser de verdad hombre y mujer. |
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