Siguen concentrados en algunas plazas de España los autoproclamados INDIGNADOS. Me parecen muy lógicas sus reivindicaciones, aunque algunas de ellas rayan en la utopía propia de la edad o de la ideología que los sustenta. Pero no está mal que los jóvenes demuestren que hay algo más que el botellón o el porro, aunque parece que algo de esto se ha visto en las “comunas”.
Pero yo quiero manifestar que también estoy indignado por otras cosas, no menos importante, de las que nada dicen los cartelitos y las pancarta que “adornan” el entorno de las acampadas.
Estoy indignado por:
-El ABORTO que implacablemente sigue sacrificando niños, siendo esta la mayor matanza de seres humanos que ha conocido la historia. Y nadie dice nada, excepto los grupos pro vida y la Iglesia Católica. Parece que estos “ jóvenes indignados” lo ven muy bien y no tienen nada que decir al respecto. Por lo que sus indignaciones carecen de valor.
- La fiebre del DIVORCIO Y LA INFIDELIDAD. Mucho defender el bien social y se olvidan que la sociedad tiene como fundamento la familia estable, aunque en ella se den los problemas normales de todo grupo humano. Si esto no les indigna sus manifestaciones carecen de valor.
-LA SEXUALIDAD SALVAJE. Nuestros ambientes juveniles se están convirtiendo en una especie de prostíbulo a plena luz. Muchas jovencitas se insinúan y se ponen en manos de los chicos sin pudor ninguno a una edad muy temprana. Y muchos chicos las engatusan y se aprovechan de su candor, gratis y sin compromisos. Y todo ello fomentado, en un ejercicio de irresponsabilidad, por el mismo gobierno de la nación o de las Comunidades Autónomas. Suele haber frecuentes y generosos repartos de preservativos para que se diviertan, ya que difunden la idea de que el sexo es un “bonito juego”, pero evitando las consecuencias naturales. Si sobre esto no tienen nada que decir, que se callen lo demás.
-ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATÓLICA. Está de moda porque ha sido propiciado por quienes nos gobiernan. Se critica, se atenta, se desprecia todo lo que suene a católico. Y es que les molesta que le digan la verdad. Ponen como excusa los fallos humanos que puedan haber en la Iglesia, que los hay como en toda gran familia humana. Uno de los indignados el otro día en Murcia escupió a un sacerdote que pasaba cerca de la concentración. Para mí este acto es suficiente para no creerme nada de lo que me digan estos groseros reformadores del mundo, como este macarra. Y nadie protesta por esto.
-VIOLENCIA DE GÉNERO. Cada vez más, y quien lo paga siempre es la mujer. Estamos realmente en una sociedad machista que solo acepta a la mujer como objeto sexual, y si no me favorece la abandono o la elimino. La mujer hoy está siendo devaluada en su dignidad, pero no veo a las jóvenes concentradas protestar por esto. Por eso todo lo que digan me parece música celestial.
-EL BOTELLÓN, que están convirtiendo a los jóvenes en unos alcohólicos, con todo lo que de degradación lleva esto consigo, tanto física como mentalmente. Todos se van detrás del “biberón” explosivo que les hace sumergirse en una enajenación mental propia de energúmenos. Y nadie dice nada. Prohibido el tabaco, pero que beban todo lo que quieran. No tendrán cáncer de pulmón, pero lo tendrán en el hígado, además de idiotizarlos. Y nadie protesta por ello. ¿Qué sociedad es entonces la que reivindican?
-BAJO NIVEL CULTURAL. Se estudia poco, se lee poco, se piensa poco. Y en España hay medios fabulosos para mejorar nuestra cultura y sacar con brillantez una buena carrera. Pero un tanto por ciento muy elevado sólo ocupan lugar en las aulas, cuando van, pero pasan de profesores y de medios que les puedan enseñar a ser hombres y mujeres de futuro. Está de moda la excentricidad, el pasotismo, el ir por la vida como vagabundos viviendo de la caridad de los padres. Y no veo que reivindiquen mayor aprovechamiento del tiempo. Para mí entonces las reivindicaciones restantes son una pérdida de tiempo.
Y así podríamos seguir, pero el lector sabe muy bien como está el panorama. La esperanza que nos queda es que, gracia a Dios, contamos con jóvenes muy responsables, con muchos ideales nobles, seguro que también con indignaciones, pero que están luchando por un futuro mejor con su trabajo bien hecho. Sus horas de trabajo son más fructíferas que las ya cansinas plantadas a la intemperie en algunas plazas de España sin hacer nada.
Juan García Inza