Escúchame, Señor, que te llamo. Oigo en mi corazón: "Buscad mi rostro". Tu rostro buscaré, Señor; no me escondas tu rostro (Sal 27,7-9). Aleluya.
Acudir a la celebración eucarística es respuesta a una llamada interna, profunda, del mismo Dios. El hombre es libre; frente a las realidades materiales tiene total sustantividad y no es un simple individuo, es persona. Está suelto de todo. Pero esa libertad, que hace que no esté sumergido en la determinación de la concatenación causal del ámbito de la naturaleza, no significa que sea absoluto y trascienda toda otra realidad. Los seres libres tienen una forma derelacionarse con las otras realidades, en vez de determinación, lo suyo es la obediencia.
Esto es así incluso respecto a las realidades con las que no puede haber reciprocidad. La creación material pone en juego nuestra respuesta libre y, por inferior que sea respecto al hombre, en ella hay verdad, bondad y belleza. La creación material es signo y vestigio divino, vehicula de distintas maneras la Verdad, Bondad y Belleza de Dios. Por ello, siempre nuestras decisiones son respuesta a una palabra que demanda obediencia.
Pero Dios lo trasciende todo, es absoluto, no es mundano; su santidad lo sitúa más allá de cualquier respectividad a las criaturas. Y, sin embargo, es el más cercano. Su voz llama desde lo más íntimo de nuestra intimidad a buscar su rostro, a que lo busque en la Eucaristía.
Esa su santidad hace que nuestra obediencia en búsqueda de su rostro, que es el de Cristo, sea a la par súplica, oración. La manifestación de su semblante es siempre un don absoluto. La libertad de Dios está más allá de cualquier comprensión que de ella tengamos, tanto más cuanto mayor es su amor.
Por gracia lo buscaré, purificaré mi corazón, abriré cuanto pueda los ojos de la fe,... nada de ello arrebatará el brillo de su ardiente faz. Ante su poder soberano, la obediencia se hace esperanzada mendicidad.
[El séptimo de los domingos del tiempo pascual no se celebra en España, sin embargo, pese a que la liturgia sea la de la Solemnidad de la Ascensión del Señor, me ha parecido, por la riqueza que suponen, comentar las antífonas de ese domingo. Las de la Ascensión las podéis encontrar comentadas una aquí y la otra acá]