Aunque uno lo “disfrace” con dudas, razones, argumentos filosóficos, malas experiencias, objeciones insalvables, etc. los motivos que llevan a alguien a no interesarse y tomarse en serio esto del cristianismo vienen a ser una especie de contabilidad de costes parecida a esta:
Si soy cristiano:
- adiós a las juergas
- adiós a los ligues
- adiós a la píldora
- adiós a los amigos
- adiós a ir a mi aire
- adiós a disfrutar de la vida…
Y además empezarán:
- los compromisos
- las renuncias
- las prohibiciones
- las exageraciones
- y el panorama será ese aburridísimo, beatón y meapilas ambiente del cristianismo.
Como comprenderán ante este particular balance de pérdidas y ganancias el resultado no puede ser otro:
"Así que paso… además yo soy buena gente. Y eso es lo importante".
Y es que habría que revisar a fondo cada una de las partidas de ese balance: las del Debe y las del Haber.
Pues bien, conseguir desenmascarar, revisar y ajustar realmente esa “contabilidad de costes” es en lo que consiste evangelizar, al menos en un primer momento.
Y puestos a ello, y por seguir con esto de los costes, se me viene a la memoria ese sabio lema:
Si es costoso ser cristiano… mucho más costoso es no serlo.
Apunten la frase. Dará mucho juego.
Porthos