El domingo 5 de junio, en la solemnidad de la Ascensión del Señor, celebramos la 45 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, con el lema "Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital".

De nuevo, con aire de reflexión y de plegaria, la Iglesia contempla los Medios de Comunicación Social para abrirlos y entronizarlos en el anuncio de la Buena Noticia de la salvación de Dios.

Desde el momento mismo en que han ido "naciendo" esos Medios, a lo largo de los últimos siglos, la Iglesia los ha acogido, bendecido, ensalzado y utilizado como "instrumentos maravillosos", -así lo proclamaba el Concilio Vaticano II, en su Decreto "Inter Mirifica"-, para difundir su magisterio: doctrina, mensajes, testimonios, vivencias y experiencias.

Los Medios son hoy los "nuevos púlpitos" del mundo, los "grandes altavoces" de la sociedad, "el areópago" del que nos hablaba tan hermosamente el beato Juan Pablo II, sin los cuales, nuestra labor apostólica no podría avanzar al ritmo que lo hace la humanidad.

¿Cuáles son esos grandes Medios de Comunicación? Recordémoslos, una vez más: la Radio, que nos da la noticia inmediatamente; la Televisión, que la muestra con imágenes; el Periódico, que analiza en sus titulares, reportajes, entrevistas, editoriales y comentarios; Internet, que aúna el poder de la radio, la televisión y el periódico, abriendo cada noticia a la participación inmediata de sus usuarios, haciendo posible que todos podamos poseer, de alguna forma, nuestra emisora, nuestro periódico o nuestra revista personal. Y junto a la radio, la televisión, los periódicos e Internet, debemos colocar también el cine, como vehículos de mensajes, al igual que el mundo discográfico.

Esta es la pregunta: ¿Qué ha de hacer un católico ante los Medios de Comunicación? Primero, conocerlos mínimamente: quién o quienes son sus propietarios y sus idearios.

Segundo, seleccionar aquellos medios más dignos de crédito, que informen y formen de acuerdo con los principios y valores morales.

Tercero, "promover, sostener y fomentar las instituciones y las iniciativas promovidas por la Iglesia en esta materia".

Cuarto, nuestra oración por los profesionales de los medios para que cumplan con sus grandes responsabilidades.

Quinto, unirnos a las intenciones del Papa, para que "en la era digital brille la verdad, el anuncio y la autenticidad de vida".

Sexto, pensar un poco, sobre todo, los empresarios católicos, qué podemos hacer o qué debemoshacer en el ancho campo de las comunicaciones sociales. No todo está descubierto. La verdad es que España, como pais, sigue sin contar con una prensa católica, con nueva imagen, nuevo aire, nuevo ardor, y sobre todo, nuevas imágen.

De ninguna manera debe estar "hecha-realizada" por obispos o clero -digámoslo con todo el catiño del mundo-, sino por laicos, por creyentes cristianos de a pie, por profesionales del buen periodismo. Esa laguna se nota, y mucho, como gran déficit en España. No se trata de resucitar "El Debate" o el "Ya". Se trata de crear un periodico nuevo, dinámico, breve, sencillo y luminoso, para tanta gente como se encuentra aturdida y desconcertada.