Durante años, la referencia de los democratizadores e intelectuales de izquierda fue Europa, cuyas formas políticas había que importar porque España "no era diferente". No en vano amaban a Europa en la que veían un término expresivo de los ideales que orientan la decadencia y el hundimiento de la histórica Cristiandad occidental.
Lo consiguieron, imponiendo con abuso sus consignas de pluralismo y secularización, pero el resultado ha sido que nuestro horizonte se traslada ahora al norte de África.
Los activistas egipcios dan su apoyo al Movimiento del 15-M y han enviado un comunicado para apoyar las acampadas en España. Al parecer, “Vosotros (los españoles), junto con las revoluciones en el sur y el este del Mediterráneo, sois la prueba de que podemos construir un mundo diferente y mejor”. Respaldos similares se están recibiendo en otros lugares de Europa, África y América de sectores vinculados a la izquierda radical y al integrismo islámico. Y Hordur Torfason, uno de los impulsores de la llamada "revolución islandesa" se ha dirigido en un vídeo a los españoles para narrarles su experiencia y ofrecerles su solidaridad.
En realidad son muchos los interesados en llevar el agua a su molino. El “agit-prop” se revela, hoy más que nunca, eficaz al vincularse a internet y a las redes sociales desbordando cualquier frontera y desdibujando toda identidad.
En realidad son muchos los interesados en llevar el agua a su molino. El “agit-prop” se revela, hoy más que nunca, eficaz al vincularse a internet y a las redes sociales desbordando cualquier frontera y desdibujando toda identidad.
Anoche se hablaba de unas quince mil personas en la Puerta del Sol; más o menos el mismo número de asistentes que una sola organización política logró convocar a la misma hora en su cierre de campaña. ¿Quince mil, ayer? ¿Cincuenta mil, hoy? Son muchos más los cientos de miles que se han echado a la calle para denunciar la ley del aborto o el proceso de rendición ante la banda terrorista de ultraizquierda ETA. La diferencia estriba en que estos manifestantes, al terminar, se marcharon a sus casas... Los de la Puerta del Sol han preferido seguir pasando el fin de semana en la calle adoptando la ficción de representatividad universal de las asambleas. Y lo peor es que, buena parte de ellos, podrían seguir en ella cuando llegue el lunes porque no tienen nada que hacer ni, probablemente, a dónde ir. Son responsables y víctimas del proceso de degradación política, económica, educativa, laboral y, sobre todo, moral que nos afecta de manera muy especial en los últimos años.
Cabría pensar que algo tiene que ver el Gobierno en dicha situación pero, al parecer, no es así. La "protesta" se reconduce de manera indiscriminada hacia la “clase política” en su conjunto, englobando en la misma indefinición al Gobierno, a la oposición, a los pequeños partidos que se esfuerzan por participar en la campaña electoral con escasez de medios… Significativa la denuncia de Alternativa Española en Huesca donde las vallas oficiales con los carteles de los partidos del Sistema, que ocupan las instituciones y son los responsables de la Administración y las decisiones políticas que han llevado España a la miseria permanecen intactos. La presencia de carteles de AES ha sido la única que parece haber molestado a los participantes de esta protesta supuestamente espontánea.
En las anteriores elecciones, Rodríguez Zapatero vampirizó el voto de la izquierda dejando en cuadro a posiciones aún más radicales como las representadas por el Partido Comunista. Desde el Gobierno ha promovido una política muy favorable a dichas posiciones pero al final el derrumbe económico se ha impuesto con inapelable realismo y la mayor parte de estos sectores no van a ir mañana a votar.
Los frustrados por ZP quieren ahora arrastrarnos a todos a la trampa para evitar la movilización de los descontentos en favor de otras fuerzas políticas y seguir manteniendo el monopolio de la izquierda en Andalucía, Castilla la Mancha, Extremadura... y los Ayuntamientos.
¿Lo conseguirán? Lo cierto es que, si hace apenas unos días, lo que iba a suceder el próximo veintidós de mayo estaba prácticamente previsto en la dirección que apuntaban las encuestas, a estas horas es imposible predecir el impacto que tendrán estos sucesos en el electorado que, una vez más, acude a las urnas bajo la presión de hechos inmediatos y de difícil interpretación. Por otro lado, la presencia de los radicales ha absorbido la atención de los medios en los últimos días poniendo sordina al debate sobre los cinco millones de parados, la negociación con ETA y la presencia de determinadas franquicias en las elecciones, o los casos concretos de corrupción.
Por eso tampoco me convencen los apoyos que los acampados en la Puerta del Sol han recibido desde determinadas instancias confesionales y políticas. No es suficiente que suenen bien algunas de las cosas que se están oyendo como lo es la crítica al bipartidismo y del sistema electoral vigente, las reclamaciones de una vivienda digna, de un trabajo estable, de mayores coberturas sociales… Porque no basta con hacer un diagnóstico acertado de la situación sino discernir cuál es la alternativa.
En ese sentido, no parecen asumibles muchas de las propuestas de los acampados, al tiempo que considero más positivo la difusión de análisis como los seis retos políticos para la España de hoy recientemente definidos por Pío Moa y el apoyo a las organizaciones políticas que promuevan iniciativas semejantes.
La regeneración posible no pasa por otorgar más democracia o una democracia presumiblemente más auténtica a una sociedad corrompida, herida hasta en el más íntimo lugar de su ser moral. La regeneración posible no pasa exclusivamente por formas de gestión económica socializantes. No hay regeneración posible sin el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; sin la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; sin libertad para la educación cristiana de los hijos, sin la promoción del bien común en todas sus formas.... En una palabra, no hay futuro sin Dios.
No le tengamos miedo a quedarnos solos. No caigamos en la trampa de aceptar un juego dialéctico en que la antítesis (los del 15M) triunfase porque se enfrenta contra una tesis en la que pesa toda la aplastante opresión de esta mezcla de socialdemocracia y liberalismo que padecemos. Que el descontento hacia los políticos que están haciendo una lamentable gestión de la España del siglo XXI no nos arroje en brazos de la histeria y de la demagogia característicos de la izquierda extrema.
Y menos aún abandonemos dicha posición quienes más obligados estamos a mantenerla. Porque parece escrita para mañana la consigna de aquel 29 de octubre:
"En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí vuestra España, ni está ahí nuestro marco. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio... Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas, Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas".