Convenceos, amigos míos, los textos litúrgicos están para saborearlos y prolongarlos en la oración personal. Son bellísimos, encierran las verdades de la fe con el ropaje de la liturgia, solemne. Ellos, cuando son recitados con sentido y correcta entonación, cuando son meditados en la oración personal, nos unen al Señor con la plegaria de la Iglesia y nos adentran en los misterios de la fe.
¡Hay que conocer los textos litúrgicos! ¡Hay que rezarlos despacio, meditarlos, contemplarlos en oración, dejarnos empapar por ellos! La liturgia así deviene siempre en maestra de la vida espiritual. Y alcanzamos otro beneficio: una visión nueva del misterio de la liturgia sin las preocupaciones del esteticismo en boga, ni del adoctrinamiento y compromiso, ni la salvaje creatividad "pastoral" (ya sabemos, "pastoral" es todo lo que le guste a un sacerdote o a un grupito de supuestos comprometidos saltándose el Misal).
Tempranito, cuando está empezando a amanecer, cada mañana encuentro perlas escondidas en el Oficio de Lecturas: son algunos responsorios a las dos lecturas del Oficio. La inmensa mayoría de responsorios son bíblicos, con alguna cita del NT que es la clave de interpretación de la lectura anterior. Pero otros responsorios son composiciones eclesiales de gran belleza.
Así canta y modula los temas teológicos la liturgia de la Pascua.
Éstos son los corderos recién nacidos, que proclaman el mensaje, aleluya; acaban de renacer de la fuente bautismal. Han sido inundados de resplandor. Aleluya.
V/ Están delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
R/ Han sido inundados... (Resp. Jueves Octava).
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Éste es el árbol dignísimo, situado en medio del paraíso, en ti el Autor de la salvación venció, con su propia muerte, la muerte de todos. Aleluya.
V/ Tú sobresales por encima de los cedros más elevados.
R/ En ti el Autor... (Resp. Viernes II Pascua).
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Jesús, cuando había de pasar de este mundo al Padre, como memorial de su muerte instituyó el sacramento de su cuerpo y sangre. Aleluya.
V/ Dando su cuerpo como alimento, su sangre como bebida, dijo: "Haced esto en conmemoración mía". Aleluya.
R/ Instituyó el sacramento... (Resp. Domingo III Pascua).
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Ha resucitado el buen Pastor, que dio su vida por las ovejas y se dignó morir por su rebaño. Aleluya.
V/ Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.
R/ Y se dignó morir... (Resp. Domingo IV Pascua).
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Al salir del baño bautismal, purificados ya de nuestros delitos, el Espíritu Santo desciende del cielo sobre nosotros, como la paloma del diluvio, para ofrecernos la paz de Dios, pues la antigua arca era figura de la Iglesia. Aleluya.
V/ ¡Dichoso sacramento del agua, en el cual somos liberados para la vida eterna!
R/ El Espíritu Santo desciende del cielo... (Resp. Lunes IV Pascua).
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Toda la magnificencia del Señor ha sido exaltada sobre los cielos. Su hermosura resplandece en las nubes del cielo, y su nombre permanece para siempre. Aleluya.
V/ Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo.
R/ Su hermosura resplandece... (Resp. Domingo V Pascua).
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Ya sé que son muy distintos de los troparios bizantinos, pero son bellos responsorios para cantar la grandeza de la Pascua.
Tal vez deberíamos acostumbrarnos todos a vivir la liturgia a partir de sus textos, a saborearla en sus plegarias, oraciones, preces, antífonas y responsorios.