Gracias al P Javier por incluir este estupendo video en su blog Corazón eucarístico de Jesús.
Comparto con ustedes este breve pasaje de San Ambrosio de Milán:
Que en todos resida el alma de María para glorificar al Señor; que en todos esté el espíritu de María para alegrarse en Dios. Porque si corporalmente no hay más que una madre de Cristo, en cambio, por la fe, Cristo es el fruto de todos; pues toda alma recibe la Palabra de Dios, a condición de que, sin mancha y preservada de los vicios, guarde la castidad con una pureza intachable.
Toda alma, pues, que llega a tal estado proclama la grandeza del Señor, igual que el alma de María la ha proclamado, y su espíritu se ha alegrado en Dios Salvador.
El Señor, en efecto, es engrandecido, según puede leerse en otro lugar: Proclamad conmigo la grandeza del Señor. No porque con la palabra humana pueda añadirse algo a Dios, sino porque él queda engrandecido en nosotros. Pues Cristo es la imagen de Dios y, por esto, el alma que obra justa y religiosamente engrandece esa imagen de Dios, a cuya semejanza ha sido creada, y, al engrandecerla, también la misma alma queda engrandecida por una mayor participación de la grandeza divina. (San Ambrosio de Milán, tratado sobre Evangelio de San Lucas)
Proclamar la grandeza de la más perfecta criatura creada por Dios, es al mismo tiempo proclamar la misericordia, amor y cercanía que el Señor nos dona todos los días. Por medio de María somos más conscientes de la bondad de Dios, que nos ha dado un modelo ideal al que tender en nuestra vida. Gloria al Señor.
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Regina caeli, laetare, alleluia.
Quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.
Gaude et laetare, Virgo Maria, alleluia.
Quia surrexit Dominus vere, alleluia.