Acaba de estrenarse la película «Unplanned» sobre la experiencia de Abby Johnson, antigua directora de una clínica de Planned Parenthood, conversa y actual defensora de la vida.

El título no tiene mucho sentido en español, puesto que «Unplanned» hace referencia a que es un embarazo imprevisto pero también a «Planned Parenthood» la multinacional de aborto donde trabajaba Abby, y este sentido en español no se capta.

Que providencial la fecha en la que ha llegado a los cines, conincidiendo con el 5 de Julio, aniversario de la nefanda ley de 1985 y la aun más perversa ley del 2010.

Lo primero que me alegra infinitamente es que con motivo de la película se hable de la vida, aunque sea un poquito, porque este tema no está de moda, no hay debate, hay aceptación implícita o explícita del mismo. La pastoral de la vida no es prioritaria (con honrosas excepciones, por supuesto), hablamos de migrantes, de pobres, de violencia contra las mujeres, del planeta… Los temas de nuestro tiempo, pero… ¿y de la vida? No es que quiera ser pesada, pero es que mueren en España 100.000 personas al año y me parece que merece un poco de atención. Y eso sin hablar de las «vidas espirituales» que se pierden, porque el aborto destruye a todo el que participa en él.

La experiencia de Abby Johnson tiene para mi tres enseñanzas claras:

Conversión de los abortistas

Poder de la oración

Importancia de «ver» la verdad.

Con respecto a la conversión de los abortistas creo que lo expresa magníficamente una conferencia que se titula “Al pie de la cruz” de Monseñor Reilly, fundador de los “Helpers of God´s precious enfants”, los que rezan a la puerta de los centros de abortos. A mi entender, esta charla da las claves fundamentales para ser verdaderamente provida, aunque en realidad va más allá, da las claves para enfrentarse al mal cualquiera que este sea desde la fe.

«Llegué a comprender, que el movimiento pro vida no es cuestión de nosotros contra ellos. No es el enemigo en un lado y los buenos al otro. La realidad es esta, que Dios los ama a todos y que Dios nunca se aparta de nosotros, somos nosotros los que nos apartamos de Él. Y Él quiere que ellos se vuelvan a Dios. Nuestro papel no es enfadarnos con el que viene a abortorio diciendo, ¿cómo puede hacer esto? Pueden hacerlo porque no ven la luz, porque están en el error, lo hacen porque están envueltos en la cultura de la muerte, así pueden hacerlo. Para vencer la oscuridad, tú y yo tenemos que ser Luz. Para que sean liberados del error, les tenemos que llevar la verdad, y para que sean liberados de la muerte tenemos que llevarles el Dios de la Vida»

¿Quién no se lo ha preguntado? ¿Cómo pueden hacer esto? Y no me refiero solo a abortar sino a otros actos como dejar morir a un anciano o a un enfermo deliberadamente o causarle la muerte o determinadas opiniones de Twitter en los que los odiadores se alegran de la muerte de alguien, a calumniar a alguien y buscar su muerte civil, a derribar estatuas y profanar iglesias … y otros tantos actos terribles de los que somos capaces. Pues pueden porque no ven la luz, están sumergidos en el pecado y en la cultura de la muerte, es lo que llama D. Juan Antonio Reig, el 'oscurecimiento de la conciencia moral'. Yo tengo la experiencia de que los argumentos racionales no sirven de gran cosa para convencer en muchas ocasiones. Hay personas que han hecho de una ideología o de un partido o de un lobby su razón de ser y de existir y se ha convertido en una religión laica, es como si hubieran caído en una secta y nada de lo que digamos o de lo que vean sus ojos le hace cambiar de opinión porque la ideología es más fuerte que la realidad. Cambiar esto no está en nuestras manos, solo Dios puede tocar los corazones.

Dice Eduardo Verástegui que si las mujeres tuvieran el vientre de cristal no abortarían... Pero yo creo que esto no es verdad. Cierto es que hay muchas personas que al ver una ecografía caen en la cuenta de las mentiras del argumentario feminista y abortista, pero no siempre es así. Yo he visto a una embarazada de gemelos de 5 meses ver a sus gemelos haciendo mil y una monerías en la ecografía y abortar al día siguiente.

La cuestión es que Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y que viva y por lo tanto nuestra actitud ante estas personas no puede ser de odio, no puede ser de ellos contra nosotros, aunque tengamos esa tentación y humanamente sea comprensible. Dios también los ama. Dios quiere su conversión y nosotros debemos ser los instrumentos de Dios para acercarles a la Misericordia y a la Verdad, esta es la actitud que nos pide el Señor, no otra.

En cuanto a la segunda, el poder de la oración. Tanto en la conversión del llamado «rey del aborto» Bernard Nathanson, como en la de Abby Johnson hay un denominador común que los dos citan: ellos se convirtieron por que rezaron por ellos. No nos damos cuenta del poder y de la necesidad de la oración. Parece que la oración es siempre la hermana pobre de la evangelización y de la solución de problemas. Dos causas pienso que hay para esto todas ellas entrelazadas.

Falta de fe: hemos puesto nuestra fe en la ciencia, en el conocimiento humano y no en Dios. Parece que cuando hablamos de la oración se nos tacha de ignorantes, supersticiosos y acientíficos y creo que esto nos pesa mucho.

Activismo. Parece que el que no está atendiendo a los pobres en la Iglesia no está haciendo nada, que si no hay acción social nada es válido.

Pero estos conversos del aborto saben que la conversión y el inmenso bien que luego hicieron vino de la oración, seguramente de un orante anónimo que con su rosario y su sacrificio diario perseveró y obtuvo su premio, y este humilde orante hizo más que todas las asociaciones provida juntas.

Recuerdo a una persona a la que atendí en Proyecto Raquel, una adolescente obligada a abortar. Ella vio a un grupo de gente rezando fuera, y no pudo ni acercarse, su madre no se lo permitió, pero después contaba el impacto en su vida de ver a la gente rezando «por lo menos a alguien le importaba mi hijo» me dijo.

En cuanto a necesidad de ver tanto en uno como en otro destaca que vieron con sus ojos lo que es un aborto y se les cayó la venda que tenían puesta. Ciertamente que fueron necesarias dos cosas: ver y la gracia de Dios que les devolvió la vista, puesto que ya hemos dicho que se puede ver y no hacer caso a lo que ven tus ojos. En la historia de nuestra Abby Johnson española, María del Himalaya ella también ve el pie de un niño, pero aún la gracia no había llegado a su corazón y no reaccionó, pero el Señor la estaba preparando de esta manera para su conversión final, y ¡vaya conversión!

Me hace replantearme en el 'dogma' que yo también he creído y defendido de que hay que presentar las cosas en positivo, y así es, pero también es necesario partir de la realidad, porque a veces de tanta positividad parece que vivimos en los mundos de Yuppie. Se me ocurre el paralelismo de porqué durante el confinamiento del coronavirus solo veíamos performance en las ventanas y no la gente sufriendo y muriendo.

Quizá deberíamos ver la realidad del aborto, por terrible que esta sea, porque 'ojos que no ven corazón que no siente' y puede que este querer ocultar la verdadera realidad tenga más que ver con su ocultación que con dar un mensaje positivo.

Claro que hay que transmitir esperanza, pero la esperanza no es una negación de la realidad, no es un optimismo facilón de cerrar los ojos, es confiar en que la Providencia siempre saca un bien mayor de cada situación.

«Mientras que el falso optimismo dice ciegamente “todo va a salir bien”, la esperanza confía en que, aún en situaciones aparentemente sin salida, la vida nos puede sorprender con algo que no imaginábamos», dice el Hermano David Steindl-Rast

Oremos por la conversión de los abortistas con la esperanza que nace de la confianza en Dios y en la victoria de su Sacratísimo Corazón.