Me llamó bastante la atención unas valientes declaraciones que la joven Marta Halcón de Villavicencio hacía en La Razón (10/5) al periodista Amilibia. No suelen abundar en los medios, confesiones tan sinceras y valientes de los cristianos que destacan en la vida pública y mucho menos, si son famosos u ocupan puestos relevantes en la sociedad.

Esta joven se dedica, entre otras cosas, a maquillar gratuitamente a chicas enfermas de cáncer y tiene un blog de moda y belleza.

Lo cuenta todo con sencillez:
-“Mi cuñada murió de cáncer de mama. Me dí cuenta en el hospital de que el tiempo que pasaba con ella, maquillándola y hablándole de cosas divertidas, era un paréntesis feliz en su enfermedad”. Y esto le hizo pensar.

En lo importante que es distraer a una enferma poniéndola guapa, hablando de moda. Sentirse guapa hace feliz a la gente. Es muy importante. Si logro que sonrían y se despreocupen un poco, me doy por satisfecha”.

Le pregunta el periodista si quiere ir al cielo y responde:
-“Sí, yo soy de las que quieren ir al cielo. Soy católica, apostólica y romana. Creo en el cielo y en el infierno. Y creo sobre todo en el perdón”.

-¿Qué le dicen las chicas enfermas?
-“Gracias por venir, gracias por este rato y cosas así. No saben que ellas me dan mucho más de lo que yo doy”.

“La enfermedad nos vuelve a todos más sensibles para todo. Somos más conscientes de que la vida es un regalo.”

Sin comentario y que cunda el ejemplo.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN