Tras enterarme del destrozo de varias imágenes religiosas de la iglesia parroquial de Navalcarnero, me vino a las manos este breve texto de Orígenes.
Buscar a Jesús, a menudo es un bien, porque
es lo mismo que buscar al Verbo, que es la verdad y la sabiduría. Pero me diréis que las palabras “buscar a Jesús” a veces se dicen refiriéndose a los que le buscaban para hacerle mal. Por ejemplo: “Buscaban como agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora”. “Ya sé que sois linaje de Abraham; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras” (Jn 8,37). “Tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a mi Padre” (Jn 8, 40).
Estas palabras… no se oponen a esta otra palabra: “Quien busca encuentra” (Mt 7,8). Siempre hay diferencias entre los que buscan a Jesús: no todos le buscan sinceramente para su salvación y alcanzar su ayuda. Hay hombres que lo buscan por innumerables razones que están muy lejos del bien. Por eso tan sólo los que lo han buscado con toda rectitud han encontrado la paz, aquellos de los cuales se puede verdaderamente decir que buscan al Verbo que está junto a Dios (Jn 1,1), para que los lleve a su Padre.
Él amenaza con marcharse si no es bien acogido: “Yo me voy y me buscaréis” (Jn 8,21)… Sabe muy bien de quien se aleja y cerca de quien permanece sin ser todavía encontrado, para que si se le busca se le encuentre en el tiempo favorable. (Orígenes - Comentario de san Juan, 19,12)
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¿Por qué desean destrozar imágenes o quemar templos o impedir las misas en determinadas universidades? ¿Por qué molesta el crucifijo presidiendo las aulas de los colegios? ¿Por qué se rechaza todo lo que suene a cristiano?
Quienes buscan a Cristo para agarrarlo, se dan cuenta que no pueden atraparlo. Desesperan. Se les escapa de entre las manos sin que puedan hacer nada. A los sumo pueden dañar los bienes, imágenes y hasta maltratar y matar a quienes Le seguimos. Pero no Lo pueden hacer desaparecer.
Buscan razones y justifican sus acciones en base a multitud de excusas en las que nosotros siempre somos los culpables. No hemos cambiado demasiado desde los primeros siglos. La sociedad aparentemente cristianizada vuelve al paganismo con todas sus consecuencias.
Pero nosotros tenemos en nuestro corazón algo que ellos no tienen: Paz. Oremos por quienes nos odian, ya que ellos también buscan desesperadamente a Cristo. Roguemos para que en su búsqueda lo encuentren de la misma forma que San Pablo lo encontró.
Dios nos ayude.