La vida está llena de relatos que nadie ha leído todavía.
La vida es el intento de vivir. No todos los vivos viven.
Palabras de amor..., sí, palabras de amor..., pero palabras que sean levadura de vida.
El pensamiento más común del ser humano es el de mandar todo a la mierda; el cansancio, el desamor, la desesperanza. Pero debemos creernos que el amor puede más, que para ser discretamente feliz hay que tranquilizarse un poco, perseverar en el perdón y en la paciencia.
Todos los días muere alguna estrella, pero la noche nunca se queda del todo a oscuras. ¡Mirad cómo nos guía y enciende la belleza!
(Homenaje a Elizabeth Taylor)
El estado de ánimo suele tener mucho que ver con el estado del alma.
¿No es la vida una profunda, constante y precisa "razón de amor"?
El alma enamorada es la más fuerte contra los imprevistos de la vida y afronta de otra manera la muerte.
Entre colgar unas camisas, curiosear unos libros (los versos de la "Rapsodia" de Gimferrer y "El placer de vivir" de Comte-Sponville), hacer una ensalada y escudriñar en los amores y desamores de Sexto Propercio con la liberta Cintia, se me está yendo la mañana.
Sobre una fotografía donde aparece Borges:
Ahí tenéis a uno de los mejores escritores y poetas que en el mundo han sido. Ciego pero visionario. Ciego pero hecho para describirnos la luz y sus sombras. Siempre he tenido la sensación con su obra de que él es el que me está dando la mano a mí, de que yo soy el ciego.
En fin, barajemos de nuevo.
He oído y leído muchas opiniones sobre los "Diarios" de Andrés Trapiello. No soy viejo, pero tampoco joven, y ya sólo quiero un lugar confortable donde escuchar el alma, o contemplar un paisaje, o hurgar entre unos libros. Eso son para mí estos "Diarios" de Trapiello: una manera de entender la vida, un descanso, una posibilidad de sentirme a gusto. ¿Os parece poco?
Issa Kobayashi escuchaba un ruiseñor en la mañana de un haiku. Yo me tengo que conformar con el zureo de unas palomas.
No todas las personas que son relativamente felices son tontas. Lo de remate es pensarlo.
Uno de los grandes lastres de nuestro mundo es la banalización de lo sagrado. (Y me apunta un amigo con razón: "Y la sacralización de lo banal").
Me preguntaron dónde creía que estaba el éxito de un matrimonio. No lo pensé mucho. Yo creo que en saber con certeza que quien nos oye es alguien que nos escucha, que quien nos mira es alguien que nos acaricia.
(Para un cumpleaños)
De buena gana te regalaría un poema, un poema que cantara tu amistad con versos diáfanos. De buena gana te enviaría -de alma a alma- una sorpresa de luz, un resplandor de gracia. De buena gana te regalaría una sonrisa que te hiciera más dulce la mañana. O puede que te hiciera más ilusión, no sé, una letanía de amapolas. A veces no soy muy bueno para los regalos, me tendrás que perdonar. Y luego los envuelvo fatal en unas cuantas palabras. Muy corrientes, por otra parte. Puede que dentro de algunas de éstas que ahora escribo encuentres lo que quiero decirte, o puede que no encuentres nada, tal es mi despiste. ¡Menudo regalo el mío! Quisiera ofrecerte un poema, pero sólo te puedo ofrecer esta prosa, esta rutina de familia, de trabajo y de libros. Y de por medio un poco de brisa, unas oraciones y un montón de sueños que van hacia ti.
Hay que leer a Sergio Pitol. El mundo está plagado de demasiados malos libros. (Me noto un tanto pesimista hoy, o será que la realidad es pésima y no ayuda mucho, o será simplemente que llueve).
Una buena ducha, leer unos poemas de Thomas Hardy, un termalgín y a la calle.
Las palabras de consuelo a veces no dicen nada, o dicen por decir, o son parte del mismo desconsuelo que nos atañe.
Hay momentos que te dejan sin aliento por el puro impacto en el alma de un dolor íntimo, y momentos en los que te falta el aire por el desaliento que te produce la deriva del mundo.
Escribir no me sirve de nada
si dejo de mirar tu mirada.
Así se hace. Rodearse de libros es todo lo contrario a una táctica defensiva. Rodearse de libros, y leerlos y estudiarlos y asimilarlos, supone el primer movimiento hacia la victoria.
Frío. El temblor del agua y el temblor del cuerpo.
La vida es el intento de vivir. No todos los vivos viven.
Palabras de amor..., sí, palabras de amor..., pero palabras que sean levadura de vida.
El pensamiento más común del ser humano es el de mandar todo a la mierda; el cansancio, el desamor, la desesperanza. Pero debemos creernos que el amor puede más, que para ser discretamente feliz hay que tranquilizarse un poco, perseverar en el perdón y en la paciencia.
Todos los días muere alguna estrella, pero la noche nunca se queda del todo a oscuras. ¡Mirad cómo nos guía y enciende la belleza!
(Homenaje a Elizabeth Taylor)
El estado de ánimo suele tener mucho que ver con el estado del alma.
¿No es la vida una profunda, constante y precisa "razón de amor"?
El alma enamorada es la más fuerte contra los imprevistos de la vida y afronta de otra manera la muerte.
Entre colgar unas camisas, curiosear unos libros (los versos de la "Rapsodia" de Gimferrer y "El placer de vivir" de Comte-Sponville), hacer una ensalada y escudriñar en los amores y desamores de Sexto Propercio con la liberta Cintia, se me está yendo la mañana.
Sobre una fotografía donde aparece Borges:
Ahí tenéis a uno de los mejores escritores y poetas que en el mundo han sido. Ciego pero visionario. Ciego pero hecho para describirnos la luz y sus sombras. Siempre he tenido la sensación con su obra de que él es el que me está dando la mano a mí, de que yo soy el ciego.
En fin, barajemos de nuevo.
He oído y leído muchas opiniones sobre los "Diarios" de Andrés Trapiello. No soy viejo, pero tampoco joven, y ya sólo quiero un lugar confortable donde escuchar el alma, o contemplar un paisaje, o hurgar entre unos libros. Eso son para mí estos "Diarios" de Trapiello: una manera de entender la vida, un descanso, una posibilidad de sentirme a gusto. ¿Os parece poco?
Issa Kobayashi escuchaba un ruiseñor en la mañana de un haiku. Yo me tengo que conformar con el zureo de unas palomas.
No todas las personas que son relativamente felices son tontas. Lo de remate es pensarlo.
Uno de los grandes lastres de nuestro mundo es la banalización de lo sagrado. (Y me apunta un amigo con razón: "Y la sacralización de lo banal").
Me preguntaron dónde creía que estaba el éxito de un matrimonio. No lo pensé mucho. Yo creo que en saber con certeza que quien nos oye es alguien que nos escucha, que quien nos mira es alguien que nos acaricia.
(Para un cumpleaños)
De buena gana te regalaría un poema, un poema que cantara tu amistad con versos diáfanos. De buena gana te enviaría -de alma a alma- una sorpresa de luz, un resplandor de gracia. De buena gana te regalaría una sonrisa que te hiciera más dulce la mañana. O puede que te hiciera más ilusión, no sé, una letanía de amapolas. A veces no soy muy bueno para los regalos, me tendrás que perdonar. Y luego los envuelvo fatal en unas cuantas palabras. Muy corrientes, por otra parte. Puede que dentro de algunas de éstas que ahora escribo encuentres lo que quiero decirte, o puede que no encuentres nada, tal es mi despiste. ¡Menudo regalo el mío! Quisiera ofrecerte un poema, pero sólo te puedo ofrecer esta prosa, esta rutina de familia, de trabajo y de libros. Y de por medio un poco de brisa, unas oraciones y un montón de sueños que van hacia ti.
Hay que leer a Sergio Pitol. El mundo está plagado de demasiados malos libros. (Me noto un tanto pesimista hoy, o será que la realidad es pésima y no ayuda mucho, o será simplemente que llueve).
Una buena ducha, leer unos poemas de Thomas Hardy, un termalgín y a la calle.
Las palabras de consuelo a veces no dicen nada, o dicen por decir, o son parte del mismo desconsuelo que nos atañe.
Hay momentos que te dejan sin aliento por el puro impacto en el alma de un dolor íntimo, y momentos en los que te falta el aire por el desaliento que te produce la deriva del mundo.
Escribir no me sirve de nada
si dejo de mirar tu mirada.
Así se hace. Rodearse de libros es todo lo contrario a una táctica defensiva. Rodearse de libros, y leerlos y estudiarlos y asimilarlos, supone el primer movimiento hacia la victoria.
Frío. El temblor del agua y el temblor del cuerpo.