De la breve biografía de Santa Maravillas de Jesús escrita por la Madre Paloma de Jesús, Carmelita Descalza del Cerro de los Ángeles:
"Lejos de mejorar, las cosas van empeorando. Es una especie de milagro que las monjas hayan logrado mantenerse en su clausura hasta Julio de 1936. Pero desde esos días, Madrid está dominado por el terror. La Madre Maravillas y sus monjas, a pesar de las instancias de muchos familiares y amigos, no piensan dejar el Cerro. Pero el 22 de Julio un pelotón de milicianos y de Guardias de Asalto llegan al convento con una orden de detención y después de hacer un minucioso registro, del que salen defraudados al no encontrar los tesoros que soñaban, se llevan a las monjas detenidas".
Así lo pinta una carmelita del Cerro en Vida Gráfica de la Madre Maravillas, una vida ilustrada que se publicó en fascículos.
"Aquí brilla una vez más la serenidad y el valor de la Madre Maravillas. Ha preguntado al jefe de la patrulla si pueden salir con hábito.
-¿Tardarán mucho en cambiarse? pregunta éste malhumorado.
–Sí, responde la Madre, como no tenemos costumbre.
–Pues salgan como quieran.
Las novicias se reúnen en el coro alrededor de la Madre y hacen en sus manos la Profesión Solemne. Hasta la muerte. Esa muerte que está ahí, tan cerca.
En el zaguán del convento se oye un sordo rumor de gentes armadas. Al fin se abre la puerta y se sigue un silencio impresionante. Entre una doble fila de milicianos salen las monjas con sus hábitos y sus capas blancas al brazo.
La Madre Maravillas con admirable serenidad se dirige al responsable y le pregunta si les permite que vayan a despedirse del Monumento. Aquel hombre, desconcertado, le da el permiso con tal de que no tarden mucho. En una escena parecida a las de las mártires de Compiègne, las monjas se dirigen al Monumento cantando el Te Deum. Las acompaña el Capellán que les dirige una impresionante arenga exhortándolas al martirio, que él mismo alcanzará dentro de pocos días.
En el camino hay un momento de peligro inminente. Un camión de gente armada que viene de Madrid les detiene y trata de convencer a los de Getafe de que se deshagan de aquellas monjas. Una vez más la Providencia de Dios hace que salgan incólumes. La llegada a Getafe es otro momento difícil. La chusma se agolpa ante los camiones para ver bajar a las monjas. Se teme cualquier desmán. La Madre Maravillas, que tanto ha soñado con el martirio, cree llegada su hora.
Pero el Señor no le va a conceder más que el martirio del corazón, mucho más duro para ella. El convento destinado a cárcel es el Colegio de las Religiosas de la Sagrada Familia, que acogen a las Carmelitas con gran caridad. Han puesto a su disposición un rincón del desván desde donde pueden ver perfectamente lo que pasa en el Cerro. Allí establecen un convento ambulante. Hacen la oración, rezan el Oficio Divino. Y con la ayuda de unos prismáticos vigilan el Monumento al Sagrado Corazón que es el blanco de las iras revolucionarias".