En toda mi vida le vi en persona tres veces. La primera de ellas yo tenía 5 años, y la experiencia fue... en fin... Me pasé como cuatro horas en la plaza de Lima, sentado sobre una nevera portatil, para verle pasar durante el segundo que tardó el papamovil en pasar por delante de mí y de mi nevera. No me dio tiempo ni de saludarle. Pasó como un rayo blanco ante la atónita mirada de un enano que no entendía nada. Mi madre y mi hermano estaban entusiasmados, pero creo que yo, ese día, le cogí un poco de manía.
En 1992 le volví a ver, en Roma. Fue en la beatificación del fundador del Opus Dei. Yo tenía 15 años y la verdad, no se muy bien qué se me pasaba por la cabeza por aquellos tiempos. Lo que sí que recuerdo es que no me sirivió de mucho para hacer las paces con él. Tanto es así que cuando vino a Madrid un año después, cuando yo ya tenía 16, pasé de él. Ni me pensé en ir a verle. Mogollón, calor, cansancio, y por si fuera poco, Misa. Demasiado para mí. Sin embargo, le vi un rato por la tele y logró sorprenderme mordiéndome el labio y quitándome de la cabeza el deseo que mi corazón gritaba desbocado: "Tenías que estar ahí".
Luego estuve a punto de volver a Roma, ya en 2000, pero se me cruzó un buen trabajo ese verano que me dejó sin vacaciones, y al fin y al cabo... tampoco era el plan soñado.
En 2003 volvió a Madrid, y yo había empezado a vivir, de la mano de un cura diocesano, una convulsión interior que culminó dos años después en Medjugorje. Ya tenía 25 años y las cosas se empezaban a desvanecer. Fue cuando todo empezó de dejar de ser lo que parecía y comenzó a florecer la llamada de Dios en mi vida, en medio de un caos enndemoniado, demoledor. Así que a Cuatro Vientos que me fui.
He de decir que no entendí nada de aquello, me superó todo, pero me sentí bien. Escuchar su voz me daba paz, y verle pasar de nuevo, 21 años despues, por delante de mí, me conmovió a lo bestia. Ese hombre tenía algo. Era un profeta, un apostol. Era un cura diferente, distinto. Su presencia era fuego y ternura, calma y locura, y lo que decía, lo decía convencido. No me vendía motos.
Ahora, no he podido ir a Roma, a pesar de tener plaza reservada desde hacía ni te cuento. Anoche fui a una vigilia y luego me pasé por la Castellana, por el monumento que le hizo Intereconomía. Estabamos los dos solos y hablamos un poco. Fue como haber ido a Roma, pero solo.
Creo que ha sido la persona más grande que he llegado a ver en mi vida. Y que le debo una, una muy grande, y es haber dicho las cosas que dijo, y como las dijo, de la Virgen María.
La canonización, no me la pierdo. O sí, eso es lo de menos.
Gracias a los que han hecho este video.
Va por ti, JP2: