Estamos acostumbrados a oír hablar sobre las desavenencias entre Fe y ciencia. Fe y ciencia enfrentadas en un diálogo sin fin. Pero en la sociedad moderna el diálogo entre Fe y/o razón queda en un lejano segundo plano para muchas personas. Teólogos y científicos a penas tienen hueco en los medios de comunicación. Mientras tanto, la tecnología se está convirtiendo en la piedra angular para todo y para todos. Las herramientas se van haciendo las dueñas del mundo y lo están haciendo de mano del consumo.

 
La tecnología es hoy en día un bien perecedero. Tras seis meses, toda nueva herramienta parece obsoleta. Esta corriente de consumo provoca que nos veamos sumergidos en mensajes que buscan crear en nosotros nuevas necesidades y deseos.

 
En nuestra sociedad tecnificada y tecnológica, no siempre somos concientes de que el compromiso cristiano se debe hacer presente por medio de las herramientas tecnológicas que utilizamos de forma cotidiana. Incluso a veces nos da pudor pensarlo.

 
La Iglesia ha sido siempre pionera en el uso de las tecnologías como instrumento para estar presente en el mundo. Por lo tanto, no debemos de sentir repulsa o miedo a utilizar los medios que la tecnología nos ofrece en el siglo XXI. Más bien debemos de servirnos de ellos para que Cristo se haga presente en todas partes.

 
Es cierto que toda tecnología conlleva riesgos, pero estos riesgos se minimizan si somos capaces de enseñar a utilizar con responsabilidad y sentido estas herramientas. Pensemos en los riesgos de conllevó el uso masivo de las televisión y radio. Lo mismo ocurrió en su momento con el desarrollo y uso de la imprenta.

 
Centrándome en las nuevas tecnologías de la información y comunicaciones, sería imprescindible ir introduciéndolas a todos los niveles eclesiales. Pero ¿Dónde y cómo?

Sugiero algunos ejemplos. En España la mayoría de los niños a partir de los 10 años disponen de un ordenador portátil ¿Por qué no utilizarlo en las catequesis? Cada vez hay más personas mayores que se adentran en las redes sociales buscando llenar su soledad. ¿Por qué no ayudarles a conocer la red y su dimensión cristiana desde las parroquias o grupos de voluntariado? Muchas personas utilizamos diariamente la red como principal herramienta de trabajo. ¿Por qué no contar con comunidades cristianas virtuales donde poder tener contacto con otras personas como nosotros y compartir nuestra Fe?

 
Estimado lector, si piensa en todos los “peligros” que conlleva toda esto, no le falta razón. Pero si nos echamos atrás por miedo, otros aprovecharán el vacío que dejamos. De hecho y por desgracia, ya lo aprovechan. El miedo a veces esconde la acción directa del enemigo.

 
Por fortuna todo se va andando, aunque sea con lentitud. Se van viendo, poco a poco, conferencias en parroquias y colegios religiosos que introducen a padres, niños y todo el que quiera, en el uso correcto de las nuevas tecnologías. Pero normalmente se centran en lo que no debemos hacer y se olvidan de todo lo bueno que es posible realizar.

 
Lo ideal sería dar el salto y enseñar todo lo bueno que es posible hacer con estas herramientas. Cómo se crean contenidos multimedia de base cristiana, cómo se distribuyen, cómo crear redes de amistades que den testimonio de Cristo en las redes, cómo actuar frente a los ataques que recibe la Iglesia en estas redes, cómo compartir y crear contenidos, cómo organizar actividades cristianas desde la redes sociales, etc. 

Hay tanto que construir que a veces siento vértigo y me doy cuenta de que es imposible hacerlo con nuestras humildes fuerzas. Sin Cristo nada podemos.

 
El Espíritu de Dios es quien nos ayuda a llevar a cabo todo lo que emprendamos. La oración y la vida sacramental no se sustituyen por la tecnología. Necesitamos orar al Espíritu Santo para que nos done la sabiduría, entendimiento e inteligencia necesaria para evangelizar hasta donde pudiera parecer imposible.

 
Después, tendremos que hacer de nuestra esperanza el mejor escudo contra el miedo a los problemas que encontraremos y los errores que cometeremos.

 

Valor y gloria a Dios. 

¡Cristo ha resucitado!. Feliz Pascua.