De entre las frases “famosas” del Evangelio, una muy conocida es la de “Prudentes como serpientes y cándidos como palomas”. Y mi pregunta es ¿a qué se referiría Nuestro Señor? Lo de cándido como palomas parece que todo el mundo lo tiene muy asimilado, pero lo de prudentes como serpientes…
En algunas traducciones en vez de prudentes dice astutos. Pero ¿de verdad Cristo quería decir esto?, ¿fue Cristo astuto?, ¿predicó con el ejemplo? La única manera de saberlo es, de nuevo, ir a la fuente. Veamos qué nos dice el Evangelio:
1. Estando Cristo en un convite (o presenciándolo) y viendo cómo los invitados se sentaban en los mejores sitios, aconseja a los discípulos que, en esos casos, se sienten en el peor sitio ¡para que el anfitrión les pase a uno mejor! en vez de que les ocurra al revés. Desde luego, esto es lo que se dice astucia.
2. ¿Y qué decir de la parábola del administrador injusto? Resulta que el hombre rico de la parábola perdonó a su injusto empleado por obrar astutamente, para luego reprocharnos que los hijos de las tinieblas son más astutos que los de la luz…
Pero no sólo encontramos mensajes sobre ser inteligentes y astutos en ejemplos y parábolas. Los mejores ejemplos los tenemos en el día a día de Jesús. Veamos dos de ellos:
3. Una vez le preguntaron los sacerdotes con qué autoridad enseñaba. Y Él les responde a la gallega, es decir, con otra pregunta: ¿El bautismo de Juan era de Dios o de los hombres? Cristo sabía que meterían en un aprieto si respondían, por eso les dice que hasta que no le respondan no responderá Él. Y claro, los otros no responden, así que Cristo tampoco. ¡Se creían que Cristo era tonto!
4. Más gracia tiene el episodio del truco barato de los fariseos con la moneda del César, eso sí, con adulación por delante (por cierto, aquí les llamó hipócritas a la cara y les recriminó su actitud). ¿Y que hace Cristo? Pues lo mismo, responder con una pregunta bien fácil pero con mucha intención: ¿De quién es la cara de la moneda? “Del César” respondieron, probablemente desconcertados. Y la respuesta es tan simple como contundente: “Pues lo del César devolvédselo al César”. Y de nuevo se fueron con el rabo entre las piernas, pero esta vez haciendo el ridículo.
¿Qué conclusión saco de esto? Pues que lo de astutos como serpientes no fue gratuito. Cristo nos enseña con su ejemplo que no sólo valen buenas obras y bonitas palabras sino que hay que ser inteligentes, especialmente con los enemigos. Un cristiano torpe es un torpe discípulo. Por tanto, seamos enérgicos e inteligentes a la vez y, además de defender mejor nuestra Fe, estaremos siendo mejores discípulos de Cristo, pareciéndonos un poco más a cómo Él quiere que seamos.
Aramis
PD: por si alguno quiere documentarse, los episodios que he narrado están en Lc 14, 710; Lc 16, 1-8; Mt 21, 24-27 y Mt 22, 15-22.