Coincidiendo, curiosamente, con la Pascua de Resurrección, hemos conmemorado este 24 de abril uno de los grandes martirologios del cristianismo, que no es otro que el del genocidio armenio, uno de esos eventos desapercibidos de la Historia, uno de sus “grandes olvidados”.
La población armenia representó dentro del Imperio Turco una incómoda minoría repartida por todo el país pero concentrada en las provincias armenias del Imperio, la cual profesaba el cristianismo frente a la mayoría musulmana del país.
Los más remotos precedentes de la cuestión armenia pueden retrotraerse a la Guerra Ruso Turca de 1877, en que los armenios toman partido por los rusos cristianos. Y aunque la guerra finaliza con la derrota turca, el Sultán Hamid emprende su venganza personal contra los armenios. Con la aparición de los primeros partidos armenios y hasta algunas escaramuzas armenias contra los kurdos, en 1891 se forman escuadrillas de ataque llamadas hamidiyé compuestas fundamentalmente de kurdos musulmanes que saquean y asesinan a los armenios cristianos. En 1895 la masacre de Anatolia alcanza unas cifras que algunos estiman en 300.000 muertos.
La revolución de corte liberal del nuevo partido de los Jóvenes Turcos, finalizada con la aprobación de una nueva constitución liberal, hace concebir ilusiones a los armenios turcos, que incluso participan un 24 de abril, éste de 1909, en la entrada de los Jóvenes Turcos en Estambul para deponer al Sultán Hamid. Pero lo cierto es que los nuevos dirigentes del país no sólo hacen suya la política del anterior sultán, sino que la agravan, estableciendo el exterminio de las minorías como política de gobierno, y llevando el de los armenios a su punto culminante. Una política que tiene como fecha central, una vez más, un 24 de abril, éste de1913 (en el antiguo calendario juliano, 11 de abril), víspera de la Pascua de Resurrección, en que el gobierno de los Jóvenes Turcos hace detener, deportar y luego asesinar a los máximos líderes religiosos, políticos, intelectuales de la nación armenia.
Un nuevo 24 de abril, esta vez de 1919, en la iglesia de la Santísima Trinidad del Barrio de Pera en Estambul, se realiza un funeral en memoria de las victimas del Genocidio, con la “Misa a cuatro voces” del Padre Gomidás.
La derrota turca en la Primera Guerra Mundial y la llegada de los ejércitos kemalistas que finalizarán con la creación del nuevo estado turco del que el actual es heredero, y la exaltación a la jefatura de Mustafá Kemal Ataturk, atenúa la persecución, pero no termina con ella, la cual prosigue con algunos hitos importantes como la matanza de Alepo en 1919.
El genocidio armenio concluirá en 1923, con un terrible balance que asciende, según algunos, al millón y medio de muertos, y una cifra de deportados incluso superior. Son muchos los testimonios que existen de él: en 1915, Reino Unido, Francia y Rusia advierten a los líderes de los Jóvenes Turcos de que serian responsables de un crimen contra la humanidad. Al final de la guerra, los aliados victoriosos demandan al Gobierno otomano que juzgue a los Jóvenes Turcos responsables. Los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Alemania realizan informes sobre las atrocidades cometidas, muchos de los cuales serán hechos públicos. Pero lo cierto es que nunca se aprobará sanción alguna contra el Estado de Turquía, ni se tomará medida alguna para la restitución de las pérdida materiales y humanas que sufrió el pueblo armenio.
En 1948, la Convención sobre la prevención y castigo de los crímenes de genocidio de las Naciones Unidas describe éste como “el acto cometido con el propósito de destruir, en parte o en su totalidad, a una nación, etnia, raza o grupo religioso”, definición que encaja perfectamente con lo ocurrido al pueblo armenio, si bien, hasta la fecha, no existe una declaración específica del genocidio de nuestros sufridos hermanos de la comunidad armenia. Veintidós estados del mundo han reconocido oficialmente el genocidio armenio, entre los cuales Argentina, destino final de muchos armenios, la propia Armenia, Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, Chipre, Eslovaquia, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Líbano, Lituania, Polonia, Rusia, Suecia, Suiza, Uruguay y Vaticano(1). En cuanto a Estados Unidos, Obama prometió hacerlo durante su campaña electoral, si bien hasta la fecha no lo ha hecho.
(1) Informa El Mundo en su edición de hoy, que incluso en Turquía existe un movimiento incipiente de reconocimiento de la tragedia. Puede verlo en: