¡VIVA EL ALTÍSIMO!
Cada año, la liturgia del Domingo de Ramos nos ofrece este texto antes de iniciar la procesión litúrgica de los Ramos:
La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de los árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Viva el Altísimo! Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: ¿Quién es éste? La gente que venía con él decía: Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea (Mt 21,1-11).
Ya sé sabe que el grito de nuestros mártires era ¡Viva Cristo Rey!, pero hoy tomamos esta aclamación, en pleno mes del Corazón de Jesús, para volver a mostrar estos dos dibujos que sobre el tema de la persecución religiosa aparecen en el volumen IV de “Historia de la Cruzada española”.
El primero es de Joaquín Valverde y aparece en la página 580.
En el texto que acompaña el dibujo se lee:
…Después, en el mismo templo de Nuestra Señora de la Paloma, celebran un concurso de tiro, tomando a la sagrada imagen como blanco. Uno de los tiradores se coloca a un lado en calidad de árbitro. Y apenas empezado el sacrílego concurso, una de las balas rebota en el zócalo de mármol y alcanza al juez de tiro, que rueda muerto.
Hemos dedicado muchas entradas al martirio del arte, y lo seguiremos haciendo: muchas imágenes de nuestras parroquias fueron arrastradas antes de ser quemadas, flageladas, desmembradas, etc. Y, son muchas, las historias que narran “el poder de las imágenes” refiriendo la venganza que estas ejercen sobre quienes las profanaron, como lo que Valverde pinta en La Paloma o la narración que describe, por ejemplo, la muerte de un miliciano ametrallado en sus partes poco después de que este hubiera cometido actos obscenos con un crucifijo antes de destruirlo. Ahí lo dejamos.
En la fotografía, que algunos fechan después de guerra, pero que también podía ser anterior podéis buscar la imagen del Corazón de Jesús a la altura del púlpito (en el margen izquierdo) o más fácilmente situar al fondo a la derecha, frente al Inmaculado Corazón de María, la imagen del Sagrado Corazón.
Es genial la expresiva sobriedad: en el centro, la cruz que ilumina los cuerpos que acaban de recibir la gloria del martirio. La escena sucedió en tantos lugares de nuestra bendita España. Los milicianos, tras elegir al grupo de victimados, los ha fusilado para abandonar sus cuerpos en medio del campo. Su sangre corre por los terrones de nuestros campos para cumplir la palabra profética del Maestro: “si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24).