No hace mucho, escribí una nota sobre la corriente "SOMOS IGLESIA". Unos días después recibí un informe sobre ella. Lo leí atentamente y pienso escribir unas notas pastorales tanto sobre lo que es en sí esta corriente, como sobre algunas cuestiones que plantean, como democratización de la Iglesia, moral sexual, celibato opcional y ordenación sacerdotal de las mujeres, puntos en que se manifiestan en desacuerdo con la enseñanza de la Iglesia. Hoy os voy a hablar de esta corriente en sí.
Como reflexión general, veo que en las cuestiones más importantes que plantean, hay una serie de reduccionismos que falsean la doctrina católica. Esta doctrina se podrá aceptar o no, pero hay que presentarla tal como es, no parcialmente, es decir, sin reduccionismos. Unos cuantos ejemplos:
Reduccionismo pastoral: Están apuntando a una promoción social, dejando de lado otras promociones como fe, oración, apostolado, doctrina, catequesis, formación... En la Iglesia hay otros valores que la sustentan.
Reduccionismo sacramental: Para ellos, la misa es la fiesta de la comunidad; se prescinde de su dimensión de vivencia de acción de gracias y de incorporación al misterio de la muerte y resurrección del Señor. Ni se habla de la fuerza de la gracia que nos viene de los sacramentos para el cumplimiento de nuestros deberes.
Reduccionismo moral: La Moral, dicen, nace de la conciencia, dando por supuesto que está bien formada, a pesar de ver la falta de sintonía entre lo que muchos de ellos piensan y la enseñanza moral de la Iglesia; sobre todo se ve esta diferencia en lo referente a la sexualidad, con lo que fácilmente caen en un subjetivismo moral.
Reduccionismo Cristológico: No presentan a Jesús como el único Salvador. Apenas hablan de Jesús y de su obra. Dan la impresión de estar queriendo hacer una "Constitución" de la Iglesia de acuerdo con lo que creen ellos que debe ser, cuando lo lógico sería buscar cómo quiso Jesús que fuese, y no cómo queremos nosotros que sea, sabiendo de antemano que nunca llegaremos a realizar, de hecho, una Iglesia perfecta. Es Jesús quien la va santificando, "purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada" (Ef. 5, 26-27). Esa Iglesia totalmente perfecta se dará cuando, al final de los tiempos, la entregue Jesús al Padre.
Reduccionismo Eclesiológico: Están queriendo instaurar un modelo de Iglesia secularizada. Insisten en presentar a la Iglesia como Pueblo de Dios, sin tener en cuenta otras imágenes de la Iglesia como cuerpo de Cristo o morada del Espíritu. Al concebir la Iglesia como un pueblo democrático, para ellos, no es la Jerarquía quien la rige, sino el pueblo sociológico actuando desde la base. La conciben como cualquier sociedad democrática.
Presentación atractiva: Presentan estas ideas con muchos tópicos y frases sugerentes. Insisten en que lo que buscan es la reforma que se inició en el Concilio Vaticano II; por un lado está la Iglesia institucional, de los obispos, rica, clerical, autoritaria, conservadora, enemiga en el tema de la liberación sexual, inmovilista... y por otro, está la Iglesia carismática, igualitaria, fraterna, renovadora, la de los pobres y de los más desfavorecidos.
Dicen que la Iglesia discrimina a la mujer impidiéndole el acceso al sacerdocio, mientras que ellos defienden el sacerdocio de la mujer y conciben una Iglesia democrática en que la base es la que inicia el régimen de la Iglesia entre todos, pero con la misma responsabilidad y los mismos derechos en cuanto a las decisiones. No es difícil apuntarse a esa Iglesia idílica. Por eso hay gente de buena voluntad en esa corriente.
Es una pena que personas con años de formación teológica -entre ellos, hay bastantes sacerdotes y religiosas tanto en activo como secularizados- apoyen esta corriente, como la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y, en Galicia, las revistas Irimia y Encrucillada,. Todo ello genera confusión y escándalo, sobre todo, en gente sencilla; no puede olvidarse de que lo que está en juego es la unidad de la Iglesia. Es lógico que los católicos no acepten las líneas de las asociaciones y revistas que apoyan este movimiento. Sería lógico también que los que rigen estas entidades pensasen si es ésa la mejor manera de actuar como miembros de la Iglesia.
Cierto que hay en la Iglesia muchas cosas que perfilar y corregir, de manera especial, el talante de muchas personas, de la jerarquía y de fuera de la Jerarquía. Si dicen que en la Iglesia hay autoritarismo, ¿no lo habrá más bien entre ellos? Creo que debiéramos plantearnos ante el Señor la fidelidad a la Iglesia como se la plantearon los santos, es decir, con la humildad de quienes se sienten pecadores y no con la arrogancia de los que se creen justos.
No hacen falta muchos comentarios para descartar una corriente que intenta, con palabras de reforma y perfeccionamiento de la Iglesia, construir una Iglesia completamente distinta de la fundada por Jesús.
José Gea