Holanda es el primer país del mundo donde un Partido de los Animales, Partij voor de Dieren, llega al Parlamento, cosa que hizo en 2006, con una representación de dos diputados que aún mantiene. Dicha presencia ha hecho posible que a finales de este mes se debata en la cámara legislativa holandesa una proposición de ley que pretende acabar con los métodos de sacrificio de animales que prescriben las religiones judía e islámica mediante los métodos conocidos como kosher en el caso del judaísmo, y halal en el caso del islam. Se estima que la comunidad musulmana asciende a un millón de los dieciséis millones de habitantes que tiene el país. Por lo que hace a la comunidad judía, aunque apenas asciende a unos 50.000 componentes, Holanda ha sido hasta la Segunda Guerra Mundial uno de los países en lo que los judíos han hallado un refugio más seguro.
Las diversas legislaciones europeas acostumbran a legislar el aturdimiento del animal en el momento de su sacrificio, pero de la misma manera, acostumbran a realizar una excepción en lo relativo al sacrificio que imponen determinadas religiones para que la comida sea acorde a sus reglas de pureza. La propuesta del Partij voor de Dieren holandés pretende eliminar dicha restricción a la regla general del aturdimiento en la línea de lo que ya prescriben las legislaciones de países tales como Nueva Zelanda, Suiza o Lituania. Portavoces y representantes de las comunidades judía y musulmana holandesas han invocado la libertad religiosa para oponerse a la pretensión del Partido de los animales holandés.
El sacrificio del animal para que su carne sea kosher, se llama en la terminología judía shechita. Para que sea halal, el sacrificio se llama en terminología musulmana zabiha. Ambas tienen una serie de cosas en común, entre las cuales las siguientes:
1º.- Por lo que se refiere al método, el sacrificio se produce mediante la disección de traquea, esófago, vena yugular y arteria carótida gracias a un certero tajo de cuchillo, pero sin afectar a la columna cervical.
2º.- Por lo que se refiere al matarife, ha de profesar la religión correspondiente, musulmán en el sacrificio halal, judío (el shochet) en el caso judío.
3º.- Por lo que se refiere al animal, ha de estar completamente sano cuando es sacrificado; y vivo, es decir, no vale practicar el rito habiéndolo matado previamente mediante otro sistema.
4º.- Por lo que se refiere al modo, ha de realizarse manualmente y con un cuchillo muy afilado, llamado chalaf en el caso judío.
5º.- Por lo que se refiere al resultado, el animal ha de ser completamente desangrado, pues la ingesta de la sangre está proscrita en ambas religiones. El Levítico se la prohíbe a los judíos: “Por eso mandé a los israelitas: No comeréis la sangre de ninguna carne” (Lv. 17, 13). El Corán a los musulmanes: “Os está vedada la carne mortecina, la sangre” (C. 5, 3).
Hay sin embargo, algunos puntos de discrepancia entre una religión y otra. En primer lugar, mientras en el islam es preciso pronunciar la Bismillah, (la invocación del nombre de Dios), y respetar la qibla, a saber que el matarife dé la cara hacia la Meca, en el judaísmo ello no es preciso. En segundo lugar, mientras en el sacrificio judío el animal ha de estar plenamente consciente, en el islámico se discute si el sacrificio es compatible con ciertas formas de aturdimiento que lo hagan menos gravoso, y de hecho, en el Reino Unido, el 94% de los sacrificios mediante zabiha se realizan sobre animales previamente aturdidos.
Otros artículos del autor relacionados con el tema