Incluso un mundo como el del aborto, donde todo es sórdido y oscuro, oculto y sinuoso, es capaz de dejarnos píldoras como la que les voy a relatar. El 19 de enero se detenía a Kermit Gosnell, un médico norteamericano de sesenta y nueve años, millonario gracias a su “profesión”, imputado por matar a siete niños y a una mujer en su clínica Women´s Medical Society en West Philadelphia (Estados Unidos). Junto a él, han sido detenidos su esposa y ocho empleados, entre los cuales... ¡un adolescente que administraba las anestesias! Precisamente una sobredosis de anestesia causó la muerte de la mujer cuyo asesinato se le imputa.
 
            El doctor en cuestión, por llamarlo de alguna manera, que su profesión más parece relacionada con la carnicería que con otra cosa, practicaba abortos en el tercer trimestre de embarazo, ilegales incluso en uno de los grandes paraísos del aborto libre como es Estados Unidos, en cuyo estado de Pensilvania, el aborto se puede practicar hasta las veinticuatro semanas (¡casi cinco meses!) de la gestación. Los niños nacían vivos, y los mataba seccionándoles la columna vertebral mediante un tijeretazo.
 
            Gosnell cobraba por los abortos ilegales que realizaba entre 1.600 y 3.000 dólares. Se enfrenta ahora a una posible condena a muerte.
 
            Según informa el New York Daily News el fiscal del distrito del estado de Filadelfia, Seth Williams, ha declarado que en la clínica del abortero “había bolsas y botellas con fetos abortados esparcidos por todo el local”. Se fija el fiscal en un detalle particularmente macabro, según el cual en algunos frascos había “pies cortados para fines no médicos”.
 
            No debe, sin embargo, de tenerlas todas consigo el fiscal, porque aún ha tenido que justificarse para realizar esta detención. “Me doy cuenta de que el aborto es un tema caliente. Pero mi función como fiscal del distrito es ejecutar la ley. Un médico que consciente y sistemáticamente maltrata a sus pacientes femeninas, hasta el punto de que una de ellas muere bajo su tutela, comete asesinato según la ley”.
 
            Las responsabilidades del caso trascienden las del criminal abortero norteamericano y sacuden a una sociedad dormida y cómplice del gigantesco crimen del aborto, pues se da la triste circunstancia de que Gosnell había sido ya convocado en al menos diez juicios –algunos diarios hablan de hasta cincuenta- por mala praxis médica, de los que salía indemne. Y lo que es aún peor: una clínica como la suya, descrita por muchos como “casa de los horrores”, o “salida de una película de terror”, no había sido inspeccionada desde el año 1993.
 
 
 
 
 
De una ley de aborto cuyo fin es ¡¡¡defender la vida prenatal!!! [sic]
De un bebé que nace con 23 semanas de gestación y sobrevive
Del bebé que sobrevivió a un aborto y fue abandonado hasta morir
De una criatura abandonada en un portal