Hoy voy a hablaros de algo que se comenta constantemente, pero, quizá sin afrontar con seriedad el problema moral que hay debajo.
Es cierto que todos somos libres y debemos respetar y fomentar la libertad de todos. Pero también es cierto que si queremos fomentar la libertad de todos, no podemos hacer de lo nuestro lo que nos plazca, sino teniendo en cuenta la repercusión positiva o negativa que nuestros actos pueden tener para el bien social.
¿Por dónde voy? Pues voy a reflexionar hablando de los fichajes multimillonarios de deportistas. A muchos nos gusta el fútbol; a mí, el primero. Pero esto no significa que intentemos disfrutar del espectáculo a cualquier precio.
¿Sería moral que un padre de familia se gastase una suma cuantiosa para ver un partido, mientras su familia está pasando hambre? ¿Sería moral que se gastase en espectáculos o en el juego o en copas cantidades notables que son necesarias para su familia?
Y pregunto ¿es moral que nuestra sociedad se esté gastando miles de millones en unos fichajes de deportistas cuando hay tanta gente pasando hambre? ¿Es moral que ante realidades como las que vemos en televisión en el Tercer Mundo, sigamos fomentando hechos como que algún deportista gane cantidad de millones, juegue o no juegue, o que se paguen cincuenta y ocho millones por el traspaso de un jugador?
Lo que se me ocurre presentaros en que, aparte de lo que pueden cobrar por derechos de imagen, primas, etc. sólo por un traspaso se paga el equivalente a lo que cobran al mes153.846 trabajadores con el sueldo base. Y, aparte de este traspaso, lo que el club le paga a uno de esos futbolistas al día equivale a lo que cobran 2.166 trabajadores al día con el sueldo mínimo.
Éstos son los datos que he visto por ahí. Supongo que serán verídicos. Pero sean o no exactos, por ahí deben ir. A lo que voy es a que en nuestra sociedad se está fomentando una gravísima injusticia social.
Y esto sucede en el fútbol y en muchos deportes. Ya sé que no es fácil solucionar el problema y más, cuando se está dando a nivel mundial. También pueden decir los deportistas: el que no quiera que no asista, no imponemos nada a nadie; y tienen razón, porque si se lo ofrecen ¿porqué rechazarlo?
El problema no es éste; el problema consiste en un desajuste económico. Deportes, espectáculos, diversiones... deben ocupar su puesto. Y quizá si el Estado cobrase altos porcentajes en este campo, el pueblo llano y sencillo podría asistir a su deporte preferido. Lo cierto es que hay un desajuste muy importante.
Quiero acabar con una frase de San Juan que nos debiera hacer pensar a todos sobre nuestro comportamiento a la hora de plantearnos nuestra vida de diversión, de caridad y, antes, de justicia: "Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad" (1Jn. 3, 1718).
José Gea