Perdonar es de la cosas más difíciles, incluso entre personas piadosas.

Es frecuente oír decir: “Yo perdono, pero no olvido”.
Si esto quiere decir que duele la ofensa recibida, es natural.

Pero si esto expresa rencor, no es cristiano.
No debemos desear mal a nadie, ni siquiera al que nos ha ofendido.

Pero el deseo de venganza brota espontáneamente.
“ Tú me has sacado un ojo; pues yo te saco los dos”.
Esopo tiene una fábula sobre esto:
Dios le dijo a uno: “Pídeme lo que quieras, pero a tu enemigo le daré el doble”.

Y éste le dijo:
“Sácame un ojo y al otro le sacas los dos”.
Y es que el deseo de venganza es terrible.

Por eso la justicia del Antiguo Testamento era: “ojo por ojo y diente por diente”.

Es decir: no hagas al otro más daño del que él te ha hecho a ti.

Pero Cristo dice: “Hay que vencer al mal haciendo el bien.

Es lo de poner la otra mejilla. Nada de venganza.
Pero esto no excluye que podamos exigir la reparación del daño injusto recibido.

Pero no por venganza, sino por justicia. Recibí por INTERNET un cuento gracioso:
Un sacerdote predicaba sobre el perdón a los enemigos, y al final dijo. “Los que estén dispuestos a perdonar a sus enemigos que levanten la mano”.
Todos la levantaron menos una vieja de noventa años.
Y el sacerdote le preguntó:
- ¿Vd. no quiere perdonar?
- Yo no tengo enemigos.
- ¿A sus noventa años no tiene enemigos?
- No, porque todos están muertos.

Pero hay que perdonar antes de que se mueran.
Quizás no sea conveniente entablar amistad con ellos, pero los saludos ordinarios entre la gente educada no se deben negar a nadie.

Ahora bien, si al tercer saludo la otra persona no contesta, no hay obligación de seguir saludando.
Pero no hay que olvidar que el perdonar a los que nos ofenden es una gran obra de caridad.
Cristo en la cruz perdonó a sus verdugos.

Muchos mártires, antes de morir, han perdonado a sus asesinos.

Y el Papa Juan Pablo II fue a la cárcel a perdonar a quien quiso asesinarle: Alí Agca.

Éste quedó tan impresionado que manifestó su deseo de convertirse a la religión católica.

Aunque alguno ha dicho que esta afirmación no es de fiar porque se trata de un desequilibrado mental.

Lo que está claro es que saber perdonar es propio de los buenos cristianos.