(Inspirado en "Alma de Cristo", Grupo Betsaida)
¿De qué me asusto, de qué tengo miedo? Pedro -¡Pedro, que fue el primer Papa!- negó a Cristo y Él lo había escogido para ser cabeza de su Iglesia. ¿De qué me asombro al ver mi flaqueza? ¿Por qué pierdo la esperanza?
Todos huyeron, fueron unos cobardes. Pero luego, con la fuerza de tu Espíritu, le prendieron fuego al mundo. Para que se vea que eres tú quien hace las cosas.
¿En qué pensabas cuando te detuvieron? Los viste huir muertos de miedo. Seguro que rezabas por ellos.
¿Y en la vía dolorosa? Ya te habían flagelado y estabas ya medio muerto. Te habían pegado hasta desfigurarte la cara, se habían burlado de ti, estabas tronchado como un árbol seco. ¡Debía dolerte tanto la cabeza con ese casco de espinos...! Y nadie daba la cara por ti.
Somos cobardes y desagradecidos. Tenemos miedo de los hombres porque no nos fiamos de Dios.
Yo creo que tú, en medio de los gritos de la muchedumbre, rezabas por los tuyos, por todo el mundo. Mucha gente te insultaba y se reía de ti -¿es que no tienen sentimientos?- y unos pocos llorábamos al verte y pedíamos compasión, pero no nos hacían caso, casi no se nos oía.
Si no supiera que la Cuaresma termina en la luz de la Resurrección me moriría por el camino.
El olvido de sí es posible. Ahora es una cosita pequeña -dejar de dar vueltas a mi disgusto para pensar en ti y consolarte-; después no me sale y vuelvo a darme vueltas; más tarde es una cosa grande... y así día a día. Tengo que ejercitarme continuamente porque lo que “me sale” es ir a mi bola. Pero es posible, el olvido de uno mismo por amor a los demás, por amor a Dios, es posible. Sólo hay que entrenarse.
(Extracto del libro de la autora "Si supieras cuánto te amo...")
Incluyo una versión de la canción "Alma de Cristo" que no es la del Grupo Betsaida.