Algunos confunden el amor con el sentimiento, y otros con la lujuria.
Pero el amor no es ni lo uno ni lo otro. El amor es estable.
El sentimiento es voluble, pasajero, caprichoso. Se enamora y desenamora con facilidad.
Dice, o lo piensa sin decirlo: “cuando me canse de ti, cambiaré de persona”.
El amor no dice: “Te amaré una semana, o un mes, o un año”.
El amor dice: “Te amaré siempre, hasta la muerte”.
El amor tampoco se identifica con la lujuria.
Algunos hablan de “hacer el amor” con las prostitutas. Pero a las prostitutas no las ama nadie.
Se va con ellas para satisfacer el instinto sexual. Pero de amor, NADA.
El amor no es egoísta.
No busca la propia satisfacción, sino el bien de la persona amada.
Aristóteles define así el amor: “Amar es ser feliz procurando el bien de la persona amada”.
Y Quoist dijo bellamente: “Si te sientes encandilado de su belleza, eso sólo no es amor: es admiración. Si sientes palpitar tu corazón en su presencia, eso sólo no es amor: es admiración. Si deseas poseer su cuerpo de alguna manera, eso sólo no es amor: es sensualidad.
Pero si lo que deseas es su bien, aun a costa de tu sacrificio: ENHORABUENA, HAS ENCONTRADO EL VERDADERO AMOR”.
JORGE LORING, S.I.
COMUNIDAD JESUITAS.
Plaza del Avemaría, nº 3
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