Dejamos ayer pendiente para hoy, el tratamiento del papel que a la sierva del Señor, la monja francesa Sor Marie de Mandat-Grancey, había cabido en todo el proceso conducente al hallazgo de la que la tradición cristiana tiene hoy como la Casa de la Virgen María en Efeso. Y decíamos que le cupo en él no poca responsabilidad, como así fue, en efecto.
Sor Marie de Mandat-Grancey(*) nació en Dijon el 13 de septiembre de 1839, en una familia de las que se da en llamar "de rancio abolengo", que acostumbraba a pasar seis meses en París, y el resto del año en el Castillo Grancey de su propiedad, y en cuyo árbol genealógico figuraban y figuran personajes eclesiásticos de la talla de San Bernardo de Claraval, el Gran Abad del Cluny San Hugo, o Pedro el Venerable.
En mayo de 1857, a la edad de dieciocho años, entra en la comunidad de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl. En 1870, la vemos gobernando como superiora un orfanato en Pecq, cerca de París. Y en 1886, a sus cuarenta y siete años de edad, es asignada a la misión francesa en Turquía, sirviendo en el Hospital Naval Francés en Esmirna, el cual mejora a sus expensas. Apenas cuatro años después, la vemos convertida en la madre superiora de la comunidad en el Hospital.
Pues bien, estando en Esmirna, Sor Marie hace suya la causa de la Casa de la Virgen en Efeso, de la que había oído hablar, impulsando con vehemencia la expedición que a partir de los datos aportados por las visiones de la monja alemana Sor Katharina Emmerick, habría de llevar a sus compañeros de orden, los padres H. Jung y Eugene Poulin, -que en todo momento se habían conducido con extraordinario escepticismo sobre el tema-, a descubrir, a apenas 75 kms. del hospital en el que servían, la que hoy día se venera como la Casa de María en Efeso.
No sólo eso, sino que una vez hallada en el modo y manera que describíamos ayer, el monumento, Sor Marie hace una rápida visita al hogar paterno al solo objeto de recabar los fondos necesarios para comprar, de su propio pecunio, la totalidad de la montaña en la que aparece. Cosa que hizo un buen 15 de noviembre de 1892, para después donarlo a la orden a la que pertenecía.
Al proceder a la restauración del edificio, aparecieron tres piedras del ábside que se decían construídas por los apóstoles, una de las cuales fue entregada a la familia Mandat-Grancey, que la colocó en la capilla familiar de su casa en Francia.
Convencida de que la Casa de la Virgen era la verdadera razón de su existir, todavía hará por ella una tercera cosa, al fundar la Orden de la Casa de María con el solo objeto de preservar y cuidar el extraordinario monumento hallado en Efeso.
Sor Marie murió el 31 de mayo de 1915 en plena Guerra Europea, a los setenta y cinco años de edad. El 21 de enero del presente año, como saben bien los lectores de Religión en Libertad, se abrió la causa de su beatificación.
Cabe al tesón de Sor Marie de Mandat-Grancey el descubrimiento de una reliquia que, amén de constituir hoy día una de las más veneradas de la Cristiandad, objeto de la visita de nada menos que tres papas, tiene la singularidad de servir, como pocas, de hermoso punto de encuentro con una religión, el islam, a la que, en realidad, nos unen no pocas cosas. Y desde luego, muchas más de las que hoy día, por desgracia, vemos separarnos.
Cabe al tesón de Sor Marie de Mandat-Grancey el descubrimiento de una reliquia que, amén de constituir hoy día una de las más veneradas de la Cristiandad, objeto de la visita de nada menos que tres papas, tiene la singularidad de servir, como pocas, de hermoso punto de encuentro con una religión, el islam, a la que, en realidad, nos unen no pocas cosas. Y desde luego, muchas más de las que hoy día, por desgracia, vemos separarnos.
(*) Para elaborar este artículo, me he servido de la siguiente página web
Y particularmente de la pequeña biografía que sobre la sierva de Dios escribe Lorraine Fusaro, que puede Vd. hallar en: