La gran esperanza de los dirigentes republicanos españoles, -y muy concretamente del que era el presidente del Gobierno huído cuando la Guerra Civil española se halla en sus estertores, Juan Negrín, desde su dorado exilio parisino, con Franco a las puertas de Madrid-, era que los combatientes republicanos hicieran un último esfuerzo bélico y consiguieran enlazar el conflicto español con la Segunda Guerra Mundial, que ya asomaba en lontananza.
El esfuerzo no habría sido baladí, pues, como se sabe, la Guerra Civil Española termina el 1 de abril de 1939, y la Segunda Guerra Mundial, -entonces sólo europea-, no empieza hasta el 1 de septiembre del mismo año. Es decir, cinco enteros meses de esfuerzo bélico en esperpénticas condiciones, una verdadera heroicidad.
Ahora bien, de haberse conseguido, ¿qué habría pasado entonces? Un bonito ejercicio de historia ficción, no tan difícil de realizar sin embargo, ya lo van a ver Vds..
El 20 de junio de 1940, Alemania ha terminado la conquista de Francia, dos tercios de su territorio en realidad, y ha logrado la rendición francesa, permitiendo al sur del país la existencia de un pequeño estado títere gabacho bajo mandato del General Petain.
Aquí tenemos ya una oportunidad de oro en la que Alemania, con el ejército más potente de Europa en los Pirineos, habría ocupado sin ninguna dificultad la Península, poniendo punto final a una República que, sin duda de ninguna clase, sería bolchevique, -en el momento en el que hablamos tal era la única ecuación posible, república=comunismo-, y convirtiéndola en un territorio nacional-socialista más de los muchos que ya había en Europa.
Ahora bien, este análisis obvia un hecho importante ocurrido con anterioridad, cual es el pacto que habían firmado diez exactos meses antes, el 19 de agosto de 1939, los ministros de Asuntos exteriores alemán, Joachim Von Ribbentrop, y soviético, Viacheslav Molotov, por el que se reparten Europa, y en el que, de haber estado vivo el conflicto español, muy probablemente éste habría constituido moneda de cambio entre nazis alemanes y comunistas soviéticos.
Se abre aquí un doble escenario: en base al reparto que la URSS y Alemania se habían hecho del continente, -Finlandia, Rumanía, Lituania, Letonia Estonia y la mitad de Polonia para la URSS, el resto para los germanos-, España presumiblemente habría quedado en el área de influencia alemana, lo que quiere decir que, también es este caso, España habría caído bajo el yugo nacional-socialista.
Pero hay, como decimos, un segundo escenario posible: supongamos que la URSS trabaja denodadamente para no ceder España, y lo que todavía es más improbable, Alemania accede, en base quizás a alimentar la amistad soviética en un momento en el que Hitler ya tiene en mente tanto la invasión de Francia, como la del Reino Unido después.
En este caso, y sólo en este caso, España habría continuado siendo republicana, vale decir, comunista y pro-soviética. Ahora bien, ¿por mucho tiempo? Pues no, la verdad, porque entonces entra en liza la tercera fecha a tener en cuenta en este divertido ejercicio de historia ficción: ese 22 de junio de 1941 en el que, sorpresivamente, Alemania invade el territorio soviético sin ni siquiera declarar la guerra al régimen comunista, cosa que hace con un formidable ejército de cinco millones de soldados. No cabe la menor duda de que en caso tal, Alemania habría cerrado el flanco sur invadiendo España y nazificándola, en consecuencia, de inmediato.
Así pues, tres escenarios posibles: un acuerdo Molotov Von Ribbentropp en el que España queda bajo la esfera de influencia alemana; la entrada del ejército alemán en Francia; un acuerdo Molotov Von Ribbentropp en el que España es cedida a la URSS. Tres posibilidades diferentes, pero un desenlace, sin embargo, común y único: en cualquiera de los tres sucesos, España acaba siendo nazi. Lo único que habría variado es la fecha: 19 de agosto de 1939 en el primero de los casos, 20 de junio de 1940 en el segundo, 22 de junio de 1941 en el tercero.
La gran paradoja del tema es que la única manera de que España no cayera en el nazismo -y no con pocas dificultades- fue, precisamente, que se produjera la victoria de Franco, como así pasó... llamativo, ¿verdad? Y por cierto, a la vista de todo lo expuesto, la única manera de que no entrara en la Segunda Guerra Mundial, pues de haber ganado la guerra la República, y tal y como hemos visto, lo habría hecho sin remedio. En eso sí acertaba Negrín cuando animaba a prolongar el esfuerzo bélico para enlazar con la Segunda Guerra Mundial, sólo que lo habría hecho... del lado nazi.
No, evidentemente, el análisis que de la situación había hecho el Sr. Duque del Oro de Moscú, Juanito Negrín para los amigos, no era muy clarividente… Pero claro, es lo que tiene hacer elucubraciones de salón mientras uno se fuma un puro y se pone púo a pastis en algún bonito café parisino con vistas a la Torre Eiffel, mientras miles, millones de personas, a algún millar de kilómetros, ponen la carne en el cañón, inconscientes de ser unos pobres parias al servicio de las ambiciones de los más sinvergüenzas, y creyendo, encima, ser unos héroes.
Y bien, amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
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