Mayo de 1937. En plena guerra civil, revolviendo en la hornacha de la fragua de su casa, los hermanos de Francisco Sánchez, dieron con un tubo de ajuste, dentro del cual se veía un objeto negro. Se asustaron al principio por temer fuera una bomba. Con cuidado sacaron el contenido del tubo, quitaron el trapo negro que lo envolvía y se encontraron con unos papeles, recibos de “La Caridad Social de Socorros mutuos” escritos por detrás.
Era una especie de diario escrito por Paquito antes de asesinarle. Estaba algo quemado, pero parecía imposible que no se hubieran quemado dentro del horno, donde habían hecho lumbre y fuego diariamente, y que no lo hubieran encontrado el reten de milicianos asentados en el taller del Siervo de Dios.
Papeles viejos eran y estaban chamuscados, es verdad, pero también como precioso tesoro para los suyos. Había que guardarlos donde fuera para que los enemigos que tenían en su misma casa (en la que los amos, estaban como presos) no los encontraran…
Los escondieron nuevamente. Dos años después, cuando acabó la guerra, los recuperaron definitivamente. ¡Que claramente se transparenta Francisco a través de sus líneas!
Natural de Sonseca (Toledo), nació el 28 de abril de 1910, y era el mayor de una familia humilde y numerosa compuesta de siete hermanos. Su padre era herrero y desde niño le fue familiar el sonido de la fragua al martillar sobre el yunque el hierro candente. Terminados sus estudios primarios se puso a trabajar con su padre en el taller mecánico (cerrajería mecánica con soldadura autógena) que tenía. Colaborador activo en la Parroquia, a través de la Acción Católica, llegó a ser nombrado su presidente.
Conservamos una serie de escritos a raíz de unos ejercicios espirituales que hizo en 1935 y conservamos con mimo, recogimiento y veneración un diario (al que nos referimos en estas primeras líneas) que realizó entre agosto y octubre de 1936, y que fue descubierto en su taller una vez acabada la guerra.
Francisco Sánchez fue un trabajador incansable. Forjada su inteligencia con la misma constancia que forjaba el hierro y construía maquinarias. Llegó a crear verdaderos prodigios para la industria. Su amabilidad y buen trato para todos, le valía ser estimado y reconocido.
Fue dos veces encarcelado. El 20 de julio de 1936 fue detenido y llevado a una habitación malsana y sombría. Tras 17 días fue puesto en libertad el 5 de agosto. Cuando le soltaron, contaba a su familia: “-Cuánto me alegro de haber sufrido, lo que he sufrido por Cristo” Por un bombardeo que ocurrió en Sonseca, se fue al campo durante 8 días.
Finalmente el 20 de octubre de 1936 sería detenido con engaños, después de solicitarle para reparar un coche de los milicianos. Fue detenido junto a otras 30 personas del pueblo. Pasaron entonces las horas más graves. Con el rosario en sus manos se dedicaba a confortar a todos, animándolos a no caer en desánimo y prepararse a la muerte como auténticos mártires. Los camiones acudieron a recogerles para conducirlos a Orgaz donde serían fusilados. Las últimas palabras que escribió en su diario fueron: - Quiero que la paz vuelva a nosotros… ¡Ya!
Otros cuatro jóvenes de la Acción Católica de Sonseca le acompañan en el grupo de mártires de la diócesis de Toledo. Son los Siervos de Dios:
Luis Pérez Caberta
Juan García-Pulgar y García-Ochoa
Eugenio Perezagua y Caberta
Emiliano Rojas Avilés
Otros cuatro jóvenes de la Acción Católica de Sonseca le acompañan en el grupo de mártires de la diócesis de Toledo. Son los Siervos de Dios:
Luis Pérez Caberta
Juan García-Pulgar y García-Ochoa
Eugenio Perezagua y Caberta
Emiliano Rojas Avilés