Sólo tienes diez años, hijo, pero ya me haces demasiadas preguntas. Quizás no deberías preocuparte de todo ésto a tu edad, quizás deberías seguir en tu mundo de fantasía infantil, es algo sobre lo que tengo mis dudas. O quizás tengas edad suficiente como para saber algunas cosas. Intentaré contártelas de una forma adecuada.
Nos vamos de viaje en el tiempo, nos vamos 32 años hacia atrás, a 1979 y nos vamos a un 27 de enero, un día como ayer, hace exactamente 32 años. Ese día yo tenía quince años, cinco más que tú ahora. Pero voy a hablarte de otro niño, un niño de 13 años al que yo no conocía de nada, ni a él ni a nadie de su familia. Ese niño se llamaba Salvador, y aquél día estaba con su padre ayudándole a cargar en una furgoneta un bidón de gasóleo para la calefacción de su casa. Mira, es exactamente igual que cuando tú vienes conmigo a hacer la compra los sábados, aquél día era un sábado.
Intenta imaginar lo siguiente: tú estás conmigo ayudándome a hacer la compra un sábado. Salimos del supermercado y empezamos a cargar la compra en el coche. Entonces aparece un hombre con la cara cubierta por una media, saca una pistola y me dispara tres tiros. Cuando ya estoy en el suelo, me dispara dos tiros más para asegurarse de que me va a matar. Yo puedo imaginarte a tí: tus grandes ojos abiertos por completo, paralizado, con una sensación de frío helador recorriendo todo tu cuerpo, no sabes si correr ni hacia donde, no sabes si la voz saldrá de tu garganta, si puedes gritar o no.
Sigo imaginándote: tus diez años de inocencia destrozados en un sólo instante en el que tienes que ver a tu padre muerto en la calle tumbado sobre un enorme charco de su propia sangre, y sin saber que lo peor es lo que comienza a partir de ese momento: el desprecio, el ver como al asesino de tu padre le hacen un homenaje en el pueblo, el ver cómo tus vecinos te desprecian y te insultan, y además llenan de pintadas tu casa. Queridísimo hijo ¿puedes comprender que se haga culpable a la víctima INOCENTE de su propio asesinato? ¿Esto es comprensible para alguien en el mundo?
Hay zonas en España en las que la gente está gravemente enferma, enfermedad muy grave para la que no se conoce remedio aún. Imagina una cosa, hijo: hay personas que tienen un proyecto y quieren llevarlo a cabo ¿esto es malo? No, por cierto. Todos tenemos nuestros proyectos. Ahora bien ¿se puede permitir que alguien quiera llevar a cabo su proyecto asesinando a sangre fría a tu padre POR NADA? No, de ninguna forma.
¿Y cómo puede entenderse, entonces, que las autoridades de tu país, tus gobernantes, los que tienen la obligación de proteger tus derechos y libertades, se planteen ofrecer algo a esos asesinos a cambio de que dejen de matar? ¿Acaso la policía tiene que ofrecer una parte del botín a las bandas de ladrones para que dejen de robar? ¿Acaso los jueces deben ofrecer alguna compensación a los proxenetas para que dejen de explotar sexualmente a jóvenes chicas? ¿Acaso los fiscales deben ofrecer algún tipo de "recompensa" a los maltratadores para que dejen de pegar a sus mujeres? ¿Debe la Guardia Civil ofrecer a los traficantes de drogas una parte de los beneficios para que dejen de envenenar a nuestros jóvenes? ¿Por qué razón la enfermedad, la gravísima enfermedad que padecen algunos ciudadanos de ciertos sitios de España se ha contagiado a nuestros gobernantes?
Esa es la razón por la que voy a manifestarme el sábado 5 de febrero con muchos de mis amigos: a ellos les pasaron éstas cosas, pero yo no puedo dejar de pensar que nos podría haber pasado a tí y a mí. Es imposible no sentir que esto es asunto mío por completo. Les tocó a ellos porque sí, pero podíamos haber sido tu y yo. Y yo no puedo soportar la imagen de verte junto a mi cuerpo muerto tendido en un charco de sangre. Si te imagino a tí, puedo ver a aquél niño de 13 años que se llama Salvador, junto al cuerpo muerto de su padre, hace ya 32 años.