Siguiendo en la clave de chiste en la que nos expresábamos ayer, el que les voy a contar hoy no tiene otro padre intelectual que la más rabiosa actualidad.
Son dos tíos: un americano y un español. Va el americano y dice (recogido en el Washington Post, 11-01-2011):
“Estos son unos días terriblemente difíciles para nosotros. Pedimos a los medios que respeten nuestra intimidad. No hay palabras para expresar cómo nos sentimos. Nos gustaría que las hubiera, para poder expresarnos mejor. No entendemos porqué esto ha pasado. Puede que no importe pero nos gustaría poder cambiar los terribles eventos del sábado. Lo sentimos muy profundamente por las víctimas y por sus familiares. Estamos apesadumbrados por sus pérdidas. Gracias”.
Va el español y dice (recogido en Libertad Digital, y éste de El Mundo 09-01-2011):
“Mi hijo es miembro de ETA, lucha por unos ideales y eso es muy respetable”.
Y el que cuenta el chiste pregunta: “¿En qué se parecen uno y otro?”
La respuesta es que los dos son los padres de unos repugnantes asesinos. El primero, de Jared Lee Loughner, el asesino consumado de seis personas y frustrado de varias más, entre las cuales una senadora, en Tucson. El segundo, de un etarra sin identificar (El Mundo, lamentablemente, no lo hace), pero según se informa, con delitos de sangre a su cargo.
Y el que cuenta el chiste vuelve a preguntar: “¿Y en qué se diferencian?”.
Y la respuesta es que uno es norteamericano, y tener un hijo convertido en un asqueroso asesino representa para él un estigma y un motivo de vergüenza, una razón para sentirse en deuda con la sociedad. Mientras que el otro es un español, y el hecho de tener un hijo convertido en un asqueroso asesino, representa para él un honor, un motivo de orgullo y una razón para sentirse en crédito con la sociedad.
De verdad, ¿no les parece que algo huele a podrido en España?