Antes que nada, pedir disculpas por estar tantos días sin escribir. Me he visto envuelto en una verdadera odisea, encargándome de un viaje de final de estudios de unos alumnos rusos de postgrado, que especializan sus estudios en marketing deportivo. En unos cuantos días visitaron al Barça, Español, Villarreal, Valencia, Real y Atlético de Madrid, además de recibir varias charlas sobre diversos ámbitos de la gestión en el fútbol y tener una de las mayores emociones de su vida en la sede de la Federación Española: ¡conocer a Vicente del Bosque!

Después del día de Navidad, todo fue un “no parar”, ya que organizar un viaje así en España, y además en fiestas, abre las puertas a las situaciones más inciertas que uno pudiera imaginar. Hasta diez días antes de un partido no se sabe ni la hora ni el día (sábado, domingo o lunes) en que se va a jugar. En el fútbol, el simple resultado puede cambiar cualquier programación. Por ejemplo: visitamos al Valencia el viernes pasado, justo después que el Villarreal le remontara un 0-2, marcando cuatro goles en la segunda parte y eliminando a los de Paterna de la Copa…. Los ánimos, obviamente, no eran los mejores en la Ciudad Deportiva del Valencia al día siguiente.

Como todas las Navidades, en casa vimos de nuevo la película Qué Bello es Vivir. Y os confieso que muchas veces he pensado que la escena final, en que prácticamente todo el pueblo de Bedford Falls viene a ayudar a George Bailey cuando el villano Potter (que por cierto se llama Harry) le roba el dinero y deja a su empresa de empréstitos al descubierto, era totalmente irreal.

En este viaje, he comprobado lo equivocado que estaba.

Gente a la que había echado una mano alguna vez o con la que había establecido lazos de amistad, pero que no veía en mucho tiempo, ha salido a ayudarme con resultados impactantes. Gente como Ury Bonsoms, cachorro de león en la etapa de los Barcelona Dragons, Chemi Terés o Josep Maria Meseguer en el Barça; Jordi Sallés, con quien también coincidí en los Dragons; Marcos García de Catalunya Radio; mi buen amigo y compañero de la Adoración Nocturna, Franchek Drobnic; José Antonio Luque, al que conocí cuando trabajaba en la NBA; Guillem “Billy” Gallego, a quien recomendé para entrar en Nike, donde ha arrasado; Mariano Tovar, con quien coincidí en la Super Bowl de San Diego y que me consiguió a Joaquín Maroto, autor del libro El Método del Bosque, para la charla de la Federación; Francisco Roca, mi ex jefe en la NBA… La ayuda de esta gente ha sido impresionante y desde aquí les mando mi más sincero agradecimiento.

También ha sido estupendo descubrir a través de esta aventura a personas excelentes, como Jorge Gimeno, Konstantin Mezentsev o Pedro Vallespín, quien se manifestó como un verdadero experto para explicar el museo del Barça. No han faltado actitudes típicas en mi carrera profesional, como tirar de la familia cuando más lo necesitas: unos buenos amigos de mi madre, los Ortín, no dudaron en ir a comprar unas entradas que necesitaba urgentemente para el Levante-Real Madrid.

En una aventura como ésta todo son lecciones, pues se aprende prácticamente de cualquier situación. También, cuando algo supera claramente nuestras fuerzas, vemos lo diminutos que somos. Vamos, que se comprueba que en todo momento de nuestra vida estamos en manos de Dios.

En una aventura como ésta se aprende hasta del conductor del autobús, Juan, un hombre que vive en Santa Coloma de Gramanet y que ha rebasado ya los 50 años. El 5 de enero, la mujer de Juan le llamó por teléfono y le dijo:

“Me he enterado que has pedido a los Reyes Magos unos pendientes para mí y ya sabes que a mí no me gustan las joyas. Llevo 30 años diciéndotelo…”

A la mujer se le entrecortó la voz y a Juan, también… Y es que para una pareja que se quiere de verdad, no puede haber mejor regalo de Reyes que estar 30 años juntos.