La noticia la daba hoy el vaticanista Andrea Tornelli. Por fin se ha aprobado como verdadero el milagro de la curación de la monja francesa Marie Simon-Pierre de la enfermedad de Parkinson. Ahora sólo falta que se reúna la comisión correspondiente de la Congregación para las Causas de los Santos y que el Papa dé el visto bueno. Lo primero tendrá lugar en este mes de enero y lo segundo será inmediato. Falta por decidir la fecha: la del aniversario de su muerte, en abril, o la de su elección al pontificado, en octubre. Por fin, aquel anhelo del “santo súbito”, se va a hacer realidad.
No podíamos tener los católicos un mejor regalo de Reyes que éste. Tener la certeza de que Juan Pablo II está en el cielo –aunque la certeza absoluta sólo vendrá con su canonización- servirá para ratificar sus enseñanzas y para mostrarle a todos como un camino de vida válido para alcanzar la santidad. El Papa del “no tengáis miedo” se alzará ante nosotros y ante el mundo con la garantía de que esa es la senda que debemos recorrer en una época de dictaduras como la que vivimos. A él le tocó desafiar –y vencer- a la dictadura del proletariado. A nosotros nos corresponde hacer lo propio con la del relativismo, en Occidente, y con la del fundamentalismo islámico. Benedicto XVI lo recordaba en su mensaje de primero de año: los católicos vivimos hoy entre dos extremos que nos acosan, el del laicismo y el del fundamentalismo. El primero nos persigue con la ridiculización y con la pretensión de recluirnos en las sacristías y el segundo pone bombas en las iglesias de las naciones donde el Islam es mayoritario. “No tengáis miedo”, seguiremos oyendo decir a Juan Pablo II, que repite una y otra vez esa frase de Cristo. “No tengáis miedo, Cristo ha vencido al mundo y vosotros, como yo, también podéis vencerlo”.