La cruz de Caravaca es, según la tradición cristiana, una reliquia de la cruz en la que Jesucristo fue crucificado. Se conserva en un relicario con forma de cruz patriarcal (cruz de doble brazo, de 7 cm el superior y de 10 cm el inferior), y de uno vertical (de 17 cm), en la basílica del Real Alcázar de la Vera Cruz en Caravaca de la Cruz.
3 de mayo de 1231
Según venerables tradiciones se cuente que, en el siglo XIII, un sacerdote se adentró en territorio moro para predicar el Evangelio. Fue arrestado por los musulmanes y llevado ante el gobernante Zayd Abu Zayd. Este le interrogó sobre la misa y el sacerdote se la explicó de tal modo que el gobernante quiso que se celebrase en su presencia. El sacerdote carecía de los elementos necesarios para celebrarla y mandó a buscarlos a la Villa de Concha, que se encontraba en poder de los cristianos. No obstante, la cruz fue olvidada. El clérigo, sin darse cuenta de la ausencia de la misma, comenzó con la celebración de la misa pero al darse cuenta se detuvo. El gobernante, que se encontraba viendo la misa con su familia, le preguntó qué le ocurría. El clérigo contestó: -No hay cruz. En ese momento el musulmán vio a dos ángeles que colocaban la cruz sobre el altar y señalaban con el dedo el deseado objeto, y dijo: -¿No será eso de ahí? El sacerdote dio gracias a Dios y continuó con la misa.
Según el relato el gobernante musulmán Zayd Abu Zayd y su familia comunican al papa Gregorio IX su intención de convertirse al cristianismo.
Según la mayoría de las versiones del relato, el clérigo se llamaba Ginés Pérez Chirino o Quirino, era originario de Mahora, provincia de Albacete, y venía de Cuenca, donde era discípulo del obispo San Julián, que le puso a prestar servicio en la catedral.
14 de febrero de 1934
La cruz de Caravaca fue custodiada por las carmelitas durante la guerra de la Independencia. Sí que fue expoliada, por los franceses, la custodia de oro de la Vera Cruz donada en 1536 por el comendador Pedro Fajardo y que logró recuperarse en 1811.
Sin embargo, en los días de la Segunda República la Cruz fue objeto de un robo sacrílego la noche del 14 de febrero de 1934. Los ladrones [que pasan por socialistas radicales y gentes de izquierda del mismo Ayuntamiento; la masonería; un motorista nazi caza-reliquias enviado por Himmler o Hitler; un vecino del pueblo que deseaba vengarse del guardián de la reliquia] hurtaron la sagrada reliquia y el relicario que la contenía, donación de la Casa de Alba en 1777, dejando la arqueta que guardaba a ambas y que donó en 1390 Lorenzo Suárez de Figueroa, Maestre de la Orden de Santiago.
La Cruz de Caravaca - Cofradía de la Stma. y Vera Cruz de Caravaca
La revista semanal gráfica Esto publicó esta página completa el 22 de febrero de 1934:
Ahora, diario de Madrid, publicó también la noticia el 16 de febrero de 1934:
30 de abril de 1942
A día de hoy no se ha sabido más de su paradero. Tal vez, algún día la encuentren las autoridades y la repongan a su lugar sagrado. Mientras el 30 de abril de 1942 llegaron a Caravaca dos fragmentos con un documento impreso en latín, expedido el 15 de abril de 1942 por el dominico fray Gabriel Moriondo, obispo de Caserta, que al menos desde 1930 estuvo relacionado con las reliquias vaticanas, certificando que procedían de la cruz de Jesucristo y autorizando que fuesen expuestos en cualquier iglesia, capilla pública u oratorio. Ambos fragmentos fueron guardados en un relicario que era una réplica del sustraído.
El cardenal Ratzinger, futuro Benedicto XVI, visitó Caravaca de la Cruz en 2002.