Era previsible que a la acción de «desmodorramiento» social en España, a la que han contribuido de forma decisiva asociaciones como HazteOír-Derecho a Vivir, , el Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia, el , o la , entre muchas otras que podríamos mencionar y tanto han hecho también, correspondería una reacción por parte de quien impulsa un proyecto ideológico.
Ese proyecto ha establecido leyes que permiten asesinar niños en los vientres de sus madres y está a favor de la experimentación con seres humanos desde el primer momento de vida; esa ideología promueve el adoctrinamiento escolar para imponer una visión «laicista» del mundo (robando a los padres el derecho a educar a sus hijos según sus propias convicciones) y una destrucción de la institución familiar. La eutanasia, la promoción de la ideología de género y el cariz anticristiano son otras de sus líneas guías.
Y contra todos esos matices de la ideología han luchado las asociaciones antes citadas: HazteOír-Derecho a Vivir a favor de la vida y de la familia; Profesionales por la Ética liderando e impulsando el movimiento objetor; el Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia denunciando el sesgo anti cristiano de no pocas iniciativas gubernamentales; el Instituto de Política Familiar con su apoyo a la familia y con sus constantes y bien elaborados informes sobre abortos en España; Intereconomía y la Fundación Burke yendo contra corriente en el modo de hacer periodismo, lejano de la pleitesía al dictado de la opinión dominante.
Era previsible que todo este bien fuera puesto «en duda» de una manera tan ruin como la calumnia. El 2 de enero el periódico El País dedicó un amplio texto (cf. Católicos en cruzada. Los secretos del Tea Party español) para reducir al secretrismo y a la conspiración confesional a un grupo de valientes cuyo «pecado» ha sido liderar la oposición al «sindicato de la muerte» y no ocultar su condición de creyentes.
El artículo firmado por José Luis Barbería los vincula a El Yunque. No me detengo en una explicación sobre esta «asociación secreta» y más bien remito a los textos que en el pasado fueron publicados por Alejandro Campoy en ReligionenLibertad.com (, y ).
Sobre el texto de Barbería se puede decir que es un ejercicio que oscila entre el vicio de descubrir en todo segundas intenciones, el socorrido recursos a las fuentes o casos anónimos (por ejemplo: «hay casos en los que los padres…», «apellidos tradicionalmente asociados al Opus Dei o a Comunión y Liberación…», «Algunos católicos…», «fuentes episcopales», «…una persona que trabaja en esos medios»), la sospecha de la que parte y que presenta como realidad, y las citas fuera de contexto (en el caso de las respuestas de entrevistas sería conveniente conocer la pregunta para saber exactamente a qué respondió la persona. De otra forma la manipulación es sencilla).
En el texto también aparece algún nombre real que expresa su experiencia personal negativa en alguna de las asociaciones. Es comprensible que haya discrepancias; lo que no es comprensible es que se acuda a ellas para universalizar experiencias y juicios.
Era y seguirá siendo previsible que luchar contra la ideología sea un duelo entre «davides» y «goliats». Por fortuna estamos en la era de internet y no hace falta ser el dueño de un gran diario para «desmodorrar» a la sociedad. Parece que este demodorramiento incomoda pues la ideología preferiría una sociedad adormilada. Afortunadamente esto ya no es posible o, al menos, cada vez cuesta más.
N.B.: Jaime, Lola, Eduardo, Marcial, Pablo, Carlos, Ángel y Antonio, ¡ánimo! Y por medio de ustedes una motivación a todos los que hacen posible este trabajo.
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