En la ciencia y técnica la humanidad ha progresado sin limites, indefinidamente. En lo moral y social, seguimos casi anclados en la edad de las cavernas. Antes de Cristo, en las civilizaciones más cultas,-Grecia y Roma- el tráfico de esclavos era una realidad global, que ha perdurado, por siglos, sobre todo en ámbitos no cristinos.
Hoy, en pleno siglo XXI, gracias a los medios, sabemos que en nuestro planeta , se sigue ejerciendo el denigrante comercio de esclavos. Ha sido el trinitario P. Antonio, que desde el Sudán y en la Cope, ha informado de esta lacra de lesa humanidad, donde centenares de niños y niñas, por motivos religiosos y en connivencia con el estado musulmán, los padres venden a su prole al mejor postor. La explotación laboral y el turismo sexual, suelen ser práctica corriente no sólo en el sur de Sudán, sino en diversos países musulmanes. La misión de las órdenes religiosas de trinitarios, mercedarios y colombianos (todos de la denostada Iglesia católica) dedican su vida, recursos y personas, al rescate de los niños. No pagan un rescate crematístico, como en tiempos de Cervantes, esclavo en Argel por la morisma, sino que fundan estancias, colegios para liberar a los actuales esclavos. Sólo los seguidores de Cristo liberador, realizan una misión tan meritoria - inigualable por otras religiones ó ONGs- donde hay personas esclavas, corporal o espiritualmente.