El pasado domingo el programa “Salvados”, de La Sexta, emitió un programa en el que presentaba a varias mujeres como víctimas que no podían abortar en algunos hospitales de la sanidad pública debido al derecho de la objeción de conciencia por parte de los médicos.
No es casualidad que al día siguiente los titulares de algunos periódicos aparecían con la noticia de que el actual gobierno quiere hacer una ley para que quien defienda la vida en la calle delante de una clínica abortista pueda ser condenado hasta con un año de prisión. Muchos medios de comunicación y muchos políticos van de la mano en estos ataques que buscan destruir y cambiar de raíz los cimientos de la cultura. Los cambios los han ido consiguiendo desde hace mucho tiempo, la persona ya no se entiende desde Dios sino desde la voluntad de poder de los poderosos. Toda una revolución que no es como las de antes, de abajo a arriba, sino que viene de arriba a abajo, del poder al pueblo, intrumentalizando y usando a los más pobres, a los sencillos y vulnerables, haciéndoles creer que el nuevo dios se llama bienestar y que una cosa es buena por el mero hecho de que lo diga una ley.
Tampoco es casualidad que ese lunes celebrásemos la fiesta de la Visitación, cuando San Juan Bautista saltó de gozo en el seno de Isabel al encontrarse con María embarazada. Y es que, estas cosas tienen también su lucha sobrenatural que no vemos. Como me gusta decir a menudo, los demonios, además de malos, son burlones.
Me pregunto por qué no harán un programa dedicado a defender a las mujeres que han abortado y están sufriendo en su vida las consecuencias psicológicas del llamado “síndrome pos-aborto", negado por algunos especialistas y evidenciado por los síntomas de ansiedad y depresión con los que viven. La respuesta es sencilla, eso no está al servicio de los fines ideológicos de la cadena. No se busca defender a los más castigados de la sociedad sino lavar conciencias. No se busca enseñar a pensar sino que ya se da lo que tenemos que pensar, aderezado con casos extremos y música suave para que entre bien.
No es una cuestión de fe, conozco muchos casos de mujeres agnósticas y ateas que han sufrido las consecuencias de un síndrome pos-aborto. Es una cuestión de naturaleza. El cuerpo de la mujer embarazada ya sabe que es madre, y tanto biológica como psicológicamente se adapta para ello y se va preparando para dar a luz. El aborto quiebra y destruye este proceso natural, dejando importantes secuelas en ella. Dichas secuelas a veces se tapan un tiempo, pero suelen terminar saliendo más adelante.
Si. Las mujeres son víctimas, pero no por no poder abortar sino precisamente por abortar. Nunca en la historia ha habido una época en la que se haya hablado tanto y de tantas formas de la importancia de la defensa de la mujer, y, paradójicamente, nunca ha habido una época en la que la mujer haya sufrido un ataque a tan gran escala contra ella.
Lo más duro del aborto no es que haga daño a las mujeres, lo cual ya es bastante, sino que además, al ser una cuestión ideológica y de manipulación, ha ido profanando las conciencias de muchas personas, y se ha normalizado socialmente. El daño que el aborto que hace a las mujeres es negado a gran escala, les dicen que no pasa nada, que no hay consecuencias, pero luego vienen las consecuencias y quienes las rodean no saben cómo responder.
Cuando una persona acude al hospital a someterse a una operación va con la lógica preocupación. Será al salir, y si la operación ha tenido éxito, cuando se la vea contenta. La mujer que acude a un hospital o a una clínica a someterse a un aborto, ¿sale contenta después de la intervención? Nos dicen que es una ayuda médica, una operación mas, una simple intervención y a seguir con la vida. Es falso.
La experiencia en el acompañamiento de alguna de estas mujeres me dice que son víctimas, que no han encontrado apoyo adecuado, o que se han creído lo que la ideología les dicta de que no hay consecuencias. Duro pero cierto. Defender a la mujer embarazada que piensa que lo mejor es abortar no es lo que hace "Salvados". Defenderla es salvar las dos vidas, la de su hijo y la suya, ayudándola a afrontar con fortaleza las causas que la han llevado a refugiarse en esos pensamientos: a veces el rechazo del entorno más cercano, a veces los problemas de precariedad económica, a veces el miedo a verse sola en su maternidad. No infantilicemos a las mujeres con atajos rápidos que terminan por destruirlas.
#SalvemosLasDosVidas