He acabado de escribir un Ensayo sobre el espinoso asunto de la posible exhumación del cadáver de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera de la cripta de la Abadía del Valle de los Caídos.
Desde hoy y en sucesivas entregas iré reproduciendo el Ensayo..
Espero aportar datos para el pensamiento presente y futuro, y para el diálogo de hoy y de mañana. Esta aportación solamente busca el diálogo y la paz.
2.- Espartero y su tiempo
El general Baldomero Espartero nació en Granátula de Calatrava, provincia de Ciudad de Real, en el año 1793. Era el menor de siete hijos de un hacendado de aquella tierra. El padre pensó para su retoño la vida religiosa, como había hecho con otro hermano y dos hermanas.
Recibió clase de los latines y primeras letras en el mismo pueblo, como era costumbre entonces. Pasando más tarde a la población de Almagro, donde existía una universidad dirigida por los dominicos. Allí comenzó sus estudios eclesiásticos. Pero el invasor francés puso pie en España, llegó hasta Madrid, cuyo pueblo se levantó contra semejante desventura.
La universidad de Almagro se quedó vacía, todos los jóvenes estudiantes se alistaron en las levas que se hacían en todas las tierras de España. Espartero entró en filas. Tras recibir unas nociones militares básicas, ingresó en una improvisada escuela de ingenieros militares, donde topógrafos daban clases de cómo hacer estructuras defensivas en los campos de batalla y defensa de los puestos militares.
La hoja de servicios bélicos de Espartero fue muy brillante a lo largo de la guerra de la Independencia. Tuvo la gran suerte de estar, ver y participar en la elaboración y redacción de la Constitución de Cádiz del año 1812. Desde allí sería un firme defensor de la Pepa hasta el fin de sus días.
La descolonización americana ofertó a Espartero a enrolarse en los cuerpos del ejercito que fueron enviados para defender Perú. Allí dejó constancia de alto valor militar y de sus hondos conocimientos constructivos de líneas defensivas ante los ataques de los insurrectos.
Por desgracia, volvió a España, pero cuando retornó a Perú, asistió a la rendición de aquel inmenso impero que fue de los incas y de los españoles.
De vuelta a nuestra Patria, Espartero siempre formó parte de los liberales españoles, que tanto prestigio tuvieron durante el Trienio de 1820-23, que terminó con la invasión de los, ahora, sí cien mil hijos de San Luis, desde Francia, para implantar el absolutismo pleno en la persona del rey felón Fernando VII.
Durante estos años, Espartero vivió apartado de la milicia, contrayendo matrimonio con una rica heredera en Logroño, donde disponía de una gran casa solariega. Era el año 1827. Visitando varias veces Inglaterra donde disponía de amigos y compañeros de la ideología liberal.
La muerte del rey felón trajo consigo la Regencia de su mujer María Cristina conservando la minoría de edad de la Princesa de Asturias Isabel.
El pretendiente al trono, Carlos María Isidro, levantó unas guerras civiles conocidas en la historia como guerras carlistas. Los españoles se dividieron entre carlistas e isabelinos. El ejército entró en esa partición de modo descarado y cruento.
Espartero optó por los isabelinos. Volvió a la vida activa militar, demostrando sus dotes de gran general entre los años 1835 y 36 en los sitios de Bilbao y el resto de zonas de las vascongadas. Gracias a los conocimientos militares de Espartero los isabelinos derrotaron a los carlistas de forma palmaria en la misma ciudad de Bilbao, destacando la construcción de puentes para pasar el río Nervión, gracias a los cual se entregó la ciudad bilbaína.
Tras aquella victoria Espartero fue aceptado como el Pacificador, demostrándose en el conocido Abrazo de Vergara, con el general carlista Zumalacárregui, la paz entre españoles.
Tomás de la Torre Lendínez