Empezando por las Matemáticas, el primero de todos es Gauss, de quién Laplace dijo que era “el matemático más grande de Europa”. Gauss le dice a un amigo suyo en una carta “Por fin, hace dos días triunfé, no como consecuencia de mis penosos esfuerzos sino por la Gracia de Dios”. Por su parte Cauchy decía “Dios y la verdad, esa será mi divisa” y “Soy cristiano, creo en la divinidad de Jesucristo, (…). Hasta soy católico”. Y añade que sus convicciones no provienen de prejuicios de nacimiento, sino de “un examen profundizado”. Y Laplace, desarrollador de la obra de Newton, le decía a su hijo “Ruego a Dios que vele por tu vida. Tenlo (a Dios) siempre presente en tu pensamiento...)”.
En Física la lista pasa a ser espectacular. A Volta no hace falta presentarle; un amigo suyo escribía: “He comprendido que un católico pueda, como el gran Volta, rezar humildemente su rosario y ser un espíritu sano, clarividente y robusto”. El trabajo de Volta fue completado con el de Faraday, descubridor de la inducción o producción de corrientes a distancia; Faraday fundaba su esperanza en “la fe en el ejemplo de Cristo”. ¿Y que podemos decir de Ampere? Cuando este trabajaba con Ozanan solía decirle: “¡Qué grande es Dios, Ozanan, qué grande es Dios!”. En cuanto a James Watt, inventó nada menos que la máquina de vapor. Watt al morir expresó su gratitud al Dispensador de todo bien que lo había colmado de éxitos. Y Seguin descubrió las calderas tubulares, que transformaron la locomotora en lo que llegó a ser; Seguin tenía una capilla en su casa y reunía allí a diario a su familia para la oración.
La Química moderna se debe a Lavoisier, que es del siglo anterior, pero a éste le siguieron hombres como Dalton, de quien su biógrafo dice que fue “Un modelo de virtudes sin ostentación y de religión sin fanatismo”, y Dumas, quien descubrió la Ley de las Sustituciones al tiempo que decía “Dios ha hecho todo con número, medida y peso” y “La ciencia no mata a la fe, y la fe mata todavía menos a la ciencia”. ¿Y Pasteur, el descubridor de la pasteurización? Este decía “Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a Él".
En Astronomía, Le Verrier, descubridor de Neptuno, tenía un crucifijo en su observatorio para trabajar bajo Su mirada. Su obra escrita termina con estas palabras: Nunc dimittis servum tuum, Domine. Y por último, la Biología no puede entenderse sin Mendel, que era monje agustino. Mendel hizo increíbles descubrimientos, cultivando y observando plantas en el huerto de su monasterio.
Y aún nos quedaría hablar de la Medicina, la Cirugía, la Geología… pero tengo que terminar. A los mencionados Laplace, Watt, Volta, Ampere, Mendel y compañía podríamos añadir a Joule, Kelvin, Fourier, Foucault, Fresnel, Vaquelin, Avogadro, Young, Davy, Le Verrier y tantos otros científicos, cuya profesión no les impidió en absoluto ser creyentes, muchos de ellos, además, buenos cristianos.
En el tercer y último artículo sobre este tema comentaré otros grandes científicos anteriores y posteriores a este siglo, y sacaré algunas conclusiones.
Aramis