Hace diez días se disputó un partido benéfico de fútbol en Menorca. La noticia no sería tal, pues eventos benéficos se celebran, gracias a Dios, constantemente, si no fuera por dos motivos: el partido en cuestión enfrentó a políticos y periodistas; su organizador fue Jordi Ribera.
A Jordi, un ferviente lector de este blog que no duda en expresar sus opiniones, estén de acuerdo o no con las de un servidor, le debo muchas cosas. Entre ellas, una disculpa, pues él ha sido mucho mejor amigo mío que yo de él a lo largo de más de veinte años (com passa el temps Jordi!) de conocernos. También le debo haber sido mi primera amistad verdadera desde que llegué a vivir a España y la paciencia de corregirme cuando me lancé a hablar en catalán como Dios me dio a entender.
Compartimos miles de aventuras en aquella Televisió de Cerdanyola que significó un excelente medio formativo para ambos. Allí, grabábamos las imágenes, escribíamos los guiones, editábamos las noticias y presentábamos los programas nosotros mismos. Cubrimos una Volta Ciclista a Catalunya, entrevistamos a Arantxa Sánchez-Vicario cuando ganó su primer Roland Garros, alquilamos una unidad móvil dos veces para retransmitir las 24 Horas de hockey de la ciudad…
Y en el plano humano, también nos corrimos nuestras “juergas”, como ir un fin de semana al Valle de Cardós, donde Jordi me mostró los pueblos casi desiertos a los que acudía con gente de su grupo de la Parroquia para acompañar a los viejecillos que vivían allí totalmente solos.
Jordi y su familia siempre han sido grandes anfitriones. Como a mí, les encanta comer y no se me olvidará jamás un caluroso domingo veraniego, en el que me recibieron en su casa como a uno más y a la hora del postre sacaron unos tres o cuatro brazos de gitano, que repartían a partes iguales, cortando cada uno directamente de la caja.
Por motivos laborales, Jordi emigró a Mahón, donde vive encantado con su mujer, Carme, y su hija, Laura. “Tiembla Menorca”, debió escucharse en la isla al aterrizar un ciclón como mi amigo, dispuesto a no pasar desapercibido.
¡Y vaya si no ha pasado!
El evento benéfico que da título a ese artículo significó la décima edición de un clásico ya en que políticos y periodistas (dos profesiones que no están precisamente a la alza últimamente en cuanto a la opinión pública se refiere) se unen para hacer algo por los demás. Jordi me pidió que no dejara de decir que la prensa había ganado por tres goles a dos, a pesar de que los políticos contaran en la meta con Florencio Conde, portero reserva de N’Kono en el Español de la final de la UEFA en Leverkusen –y lo hago-. Sin embargo lo más importante es haber consolidado ya este partido benéfico que se ha convertido en una tradición y que este año donó más de 1.500 euros a AECC para la lucha contra el cáncer, como otros lo había hecho a entidades como Cáritas y el Club Vidalba para jóvenes discapacitados.
Cuando comencé este blog, Jordi me comentó que le parecía muy bien lo que escribía, pues ser coherente era muy importante y respetaba mis opiniones. Me dijo que la Iglesia lo había decepcionado como institución, pero que su sentir cristiano se mantenía intacto y que el partido benéfico de Menorca era una prueba de ello…
- ¡Vaya si lo es, querido Jordi! Aunque te debo otra cosa, un café en estas fiestas navideñas que se acercan a pasos agigantados para debatir sobre el tema de la Iglesia.