Resuelto como hemos visto días atrás el tema de la convivencia entre musulmanes y gentes de la Escritura en las cosas del mundo, queda por resolver la remuneración que espera a judíos y cristianos al final de los tiempos. En esto, como en tantas otras cosas, el Corán se expresa, una vez más, de manera voluble y tornadiza. Para empezar, se establece con claridad el principio de que de Dios es el derecho a juzgar a todos:
 
“El día de la resurrección, Dios fallará acerca de los creyentes, los judíos, los sabeos, los cristianos, los zoroastrianos y los asociadores [=que asocian ídolos a Dios, paganos en definitiva]. Dios es testigo de todo” (C. 22, 17).
 
Se establece también el principio de la responsabilidad personal -“nadie cargará con la carga ajena” (C. 6, 164 y otros)-, y de acuerdo con él los principios de que “cada uno recibirá según sus obras” (C. 39, 71) y “según sus méritos” (C. 14, 51).
 
Y se establecen por último los principios de que “Dios no es injusto con sus siervos” (C. 3, 182) y de que “Dios es severo en castigar, pero también que Dios es indulgente, misericordioso” (C. 5, 98).
 
La distinción básica que establece el Corán hablando del Día del Juicio, es entre dos grandes categorías: creyentes e infieles. Creyentes son obviamente los musulmanes. Infieles lo son los ateos, los politeístas, los asociadores, en suma, en terminología islámica. Los infieles, desde luego, sufrirán la más severa de las iras divinas:
 
            “Los infieles serán conducidos en grupos a la gehema [infierno]. Hasta que, llegados a ella, se abrirán las puertas y sus guardianes les dirán: “¿No vinieron a vosotros enviados, salidos de vosotros, para recitaros las aleyas de vuestro Señor y preveniros contra el encuentro de este vuestro día?” Dirán: “Claro que sí” Pero se cumplirá la sentencia del castigo contra los infieles.
            Se dirá: “¡Entrad por las puertas de la gehena, para estar en ella eternamente!” ¡Qué mala es la morada de los soberbios!” (C. 39, 71-72).
 
            Pero... ¿y judíos y cristianos?: ¿en qué grupo militan?, ¿son creyentes, o son infieles? Según el estado de ánimo del autor coránico, unas veces militan entre los más execrables infieles, y otras veces forman parte de la grande y gloriosa comunidad de los creyentes.
 
Por un lado leemos en el Corán:
 
“Los creyentes, los judíos, los cristianos, los sabeos, quienes creen en Dios y en el Ultimo Día y obran bien, esos tienen su recompensa junto a su Señor. No tienen que temer y no estarán tristes” (C. 2, 62).
 
También en el Corán se lee:
 
“Hay entre la gente de la Escritura quienes creen en Dios y en la Revelación hecha a vosotros y a ellos. Humildes ante Dios, no han malvendido los signos de Dios. Esos tales tendrán su recompensa junto a su Señor. Dios es rápido en ajustar cuentas” (C. 3, 199).
 
Pero, por otro lado, no es menos Corán aquél en el que está escrito:
 
“Los que no crean, tanto gente de la Escritura como asociadores, estarán, eternamente, en el fuego de la gehena. Esos son lo peor de la creación” (C. 98, 6).
 
            Y en todo caso, ocurra lo que ocurra, ello será, en lo que concierne a los cristianos, en presencia y con el testimonio de Jesús:
 
“El día de la resurrección [Jesús] servirá de testigo contra ellos [los que no crean] (C. 4, 159).
 
            En resumen, judíos y cristianos, en lo que se refiere a su destino definitivo en los terrenos del más allá, quedan al arbitrio de la decisión que en su día, el día del Juicio, tome Dios. Una decisión, por cierto, sobre la que poca luz nos arroja el Corán, el cual se expresa al respecto, una vez más, de manera muy pendular, oscilando entre la máxima severidad y la mejor de las misericordias hacia los hermanos de la Escritura que, en ocasiones, son, para el autor coránico, los cristianos, y también, aunque en menor medida, los judíos.
 
 
 
 
 
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