Es una obviedad afirmar que en España, en Europa y en el mundo mundial la fe cristiana atraviesa tiempos duros y recios. El laicismo, el hedonismo, el materialismo, el relativismo y el ateismo, amenazan asfixiar la vida espiritual de los cristianos. Dios, Jesucristo, la Iglesia y los cristianos son ignorados en la vida pública, en la política, la sociedad, la familia, la educación, la calle y relegados a las sacristías o a la privacidad. En casi todos los medios se habla solo de crisis económica, de paro, de pobreza y se soslaya la auténtica crisis de valores, la corrupción, el materialismo y la suciedad de las conciencias. Hay una batalla real, aunque no declarada, entre el bien y el mal, entre la fe y la increencia, entre la “ciudad de Dios y la ciudad de Satán”. Afecta a todos y todos están implicados en esta lucha de un modo u otro.
Aún hay muchos que duermen o viven anestesiados, sin percibir la gravedad de la hora y situación presentes. Es preciso tocar arrebato, hacer una llamada clara y fuerte a la conversión personal, sin la cual los demás problemas, no tendrán arreglo; comenzar ya un rearme espiritual, antes que sea demasiado tarde. Nadie sobra y todos son necesarios en esta confrontación a vida o muerte. Entre los cristianos hay un número considerable de gente con ganas de hacer algo por los demás. ¿Por qué no lanzarse valientemente a testimoniar en todas partes y por todos los medios que estén a su alcance, sus propias convicciones de fe con su palabra, sus escritos (cartas al director en los medios) y su ejemplo de vida?. Nadie eche en saco roto la recomendación evangélica:”Permaneced de pié ante el Hijo del hombre, pues no sabéis el día ni la hora de su venida”.