Año del Señor 2018
20 de octubre
Hola, buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
APARICIÓN DE MI ROSARIO
Este mes es el mes del Rosario, ofrecido a la Virgen María, no para que Ella reciba algo que le sea necesario, sino todo lo contrario: somos nosotros los pobres que acudimos a sus brazos de Madre para que nos proteja y nos cuide en todos los momentos de nuestra vida.
Este mes, con nuestras avemarías y padrenuestros, queremos forzar las puertas del Cielo para que nos envíe todas sus gracias, de las que Ella estaba “llena”. Tiene para todos, con tal de que se lo pidamos con confianza y con el amor sencillo de niño. Y, como cuando uno ama algo se interesa por todo lo que le rodea, pues así me he sentido yo movida a conocer cosas de nuestra Madre en el rezo del Santo Rosario… ¡y en su Cofradía!
Me viene a la mente un hecho que viví siendo estudiante. Había en la Universidad una compañera de clase que se había enamorado perdidamente de un gallego. Él, por supuesto, no se enteraba mucho de esta “pasión de amor”. Y aquella joven, que “sufría de este mal”, se puso, como una loca, a estudiar y buscar todo lo referente a Galicia: la tierra, sus costumbres, acontecimientos históricos, su carácter, poetas, etc… ¡hasta se aprendió poesías de Rosalía de Castro!
Algo así me pasa a mí en este mes, recordando los momentos de mi vida en los que el rosario se me coló en la conciencia… Y lo primero vi que la Virgen de Fátima (¡del Rosario!) me curó de una meningitis mortal a la edad de 9 años. Todo ocurrió bebiendo agua de Fátima con la confianza ciega de niña, que todo lo cree y sabe que nada es imposible para Dios…
Después, siendo aún niña, en una residencia de verano un fraile franciscano me regaló un rosarito de madera. Yo no sabía ni rezarlo, pero sé que siempre lo tenía conmigo. Era como una protección de la Virgen. Y Ella quiso que lo trajera conmigo al convento…
Hasta entonces era la Virgen la que me perseguía, pero ahora soy yo la que la busco a Ella. Primero como una enamorada, y, después, con un afán sereno pero lleno de amor, y si puede ser algo infantil, mejor.
Cada uno puede recordar, en un rato de oración, “la historia de su Rosario”: cuándo apareció y se coló en su vida…
Hoy el reto del amor es que revivas en tu vida esas avemarías y Misterios del Señor, rezando un misterio para suplicar ayuda y luz para tu vida a la Virgen María, que tanta luz tuvo de Dios en su vida…
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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