Estado Islámico ordena a sus «lobos» atacar iglesias y policías en España. LA RAZON
El atentado contra una basílica en Niza demuestra que la Iglesia católica es objetivo permanente de los yihadistas.
La llegada de yihadistas en patera a nuestras costas se ha convertido en un factor adicional de riesgo de atentados, según La Razón.
Iglesias y patrullas uniformadas. Estos pueden ser algunos de los objetivos contra los que los actores, «lobos», solitarios de Daesh (Estado Islámico, Isis), mediante la utilización de armas blancas, pueden atacar en España, según fuentes antiterroristas consultadas por LA RAZÓN.
2021, pese a la situación de pandemia que sufre el mundo, o precisamente por ello, es un año que se considera potencialmente peligroso, ya que los yihadistas van a tratar de reafirmar su potencial por medio de acciones criminales perpetradas en Occidente.
España, Al Andalus como la denominan ellos, es un objetivo prioritario como dan fe las 23 operaciones contra el yihadismo que desarrollaron las Fuerzas de Seguridad del Estado el año pasado. La amenaza es real.
La alerta que se mantiene sobre la posibilidad de que sean iglesias, centros religiosos cristianos o patrullas policiales, objetivo de los yihadista, se basa en informaciones obtenidas por las unidades antiterroristas de nuestro país. No quiere decir que otro tipo de objetivos estén exentos de atentados, dado lo imprevisible y carácter global de la amenaza yihadista, sino que se les considera como los de mayor riesgo.
Otro factor de peligro, según las citadas fuentes, es el de los terroristas retornados (Foreing Terrorist Fighter, FTF). De hecho, la primera operación antiterrorista desarrollada este año en España a cargo de agentes de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional permitió la detención de uno de estos terroristas en Barcelona, junto con otros dos de apoyo.
El principal arrestado y más peligroso huía de una operación que se había desarrollado en Argelia y llegado a nuestro país en una patera.
El hecho de que arribara, junto con uno de sus compinches, camuflado entre la inmigración ilegal, encendió todas las alarmas. No hacía muchos meses que otro FTF, Abdel Bary, fue arrestado tras llegar, también desde Argelia en patera, a Almería.
Los FTF, por su experiencia en combate y su conocimiento del uso de todo tipo de armas y explosivos, pueden, al llegar a sus puntos de destino, formar células integradas por personas radicalizadas a los que les dan la formación necesaria para que puedan cometer atentados.
Se sabe, según las citadas fuentes, que cabecillas de Daesh han aleccionado a algunos de estos combatientes para que vuelvan a sus países de origen con el fin de desarrollar campañas terroristas contra los «infieles».
A todo este elenco de factores que constituyen la amenaza yihadista que sufre España como país occidental y copartícipe de la Coalición Internacional que derrotó militarmente a Daesh en Siria e Irak, hay que unir es el de la posible utilización de armas químicas de cualquier tipo.
Las unidades antiterroristas cuentan con datos sobre el creciente interés de los yihadistas de hacerse con este tipo de artilugios, ya sean fabricadas artesanalmente o adquiridas en el mercado negro, con el fin de cometer atentados de gran envergadura.
Sin tener que llegar a detonar artefactos cargados con sustancias letales, se ha contemplado la posibilidad de que envíen a personas infestadas con una enfermedad altamente contagiosa y que, antes de morir, se «paseen» por diversos lugares del país elegido como objetivo.
El terrorismo yihadista es un fenómeno que ha llegado para quedarse. Es la cruda realidad.
El “paterista” que atacó una basílica
Brahim Aoussaoui, un tunecino de 21 años, que se había colado en Europa por la isla italiana de Lampedusa, había llegado (cuesta creer que solo, pues los terroristas suelen viajar en grupo) con el objetivo de cometer un atentado en la Basílica de Notre Dame de Niza. En cuanto tuvo ocasión, tras pasar los trámites de los inmigrantes irregulares, se dirigió a la ciudad francesa y asesinó a tres personas, una de ella mediante decapitación. Este individuo traía el objetivo marcado (entre Lampedusa y Niza hay muchas iglesias) y su acción criminal formaba parte de la campaña que Daesh desarrolla contra Francia y contra los cristianos. La banda terrorista, integrada por individuos fanatizados que hacen una interpretación rigorista del Islam, se han propuesto erradicar la religión «de la Cruz», como la denominan. Olvidar este aspecto el problema constituye un grave error.