Agradezco de todo corazón la posibilidad que me brindáis de hablaros de la situación general de nuestros cristianos que viven en la Tierra del Señor, particularmente de la Iglesia de Jerusalén, Madre de todas las Iglesias, que por diversas circunstancias de la vida ha vuelto a ser como en sus inicios "un pequeño rebaño".
La piedad hacia los padres es el primer mandamiento que trae consigo una promesa. Así lo recuerda san Pablo: "Para que sean largos tus días en la tierra" (Cf. Ef 6,3). La piedad hacia la Patria del Señor y de Nuestra Señora y "Patria espiritual" de todos los cristianos trae, por ende, parte de la misma promesa.
Que nuestro común empeño por la Tierra Santa y por sus "piedras vivas" sean además una contribución a la paz de la región y del mundo.
Todos sentimos que nuestro corazón late con el de Jerusalén. Agradezco particularmente la presencia de miembros de las comunidades judías y musulmanas que han querido estar hoy aquí presentes. Gracias a las autoridades de la Universidad Austral y a este noble auditorio.
Providencialmente este encuentro se realiza después de la finalización del Sínodo de Obispos para Medio Oriente convocado por Su Santidad Benedicto XVI luego de su viaje a Tierra Santa. Ha sido una ocasión para enriquecernos con el conocimiento de todos sobre la realidad de la Iglesia en Medio Oriente.
LOS CRISTIANOS DE MEDIO ORIENTE Y DE TIERRA SANTA
1. ¿Quiénes y cuántos son?
En Oriente Medio se encuentran varios millones de cristianos. La mayor parte vive en Egipto, son los llamados coptos. Tenemos comunidades cristianas, en toda la región. Su presencia se remonta en la mayoría de los casos a la época apostólica o patrística. Ellos pertenecen a grupos étnicos diferentes (hay de origen fenicio, persa, palestino, beduino, árabe, etc.). Mayoritariamente, en la actualidad, están unidos por la cultura y lengua árabes debido a la expansión árabe producida en toda la región de Medio Oriente y Norte de África desde los albores del islam. Muchos de los grupos cristianos conservan sin embargo sus tradiciones propias y su lengua. Es así que la sagrada Liturgia se celebra en diversas lenguas: arameo-sirio, copto, griego, latín, hebreo, etc. Además de las lenguas modernas, en las cuales se celebran no pocos de los ritos. Esto es debido a que también, sobre todo desde el siglo XIX la presencia de cristianos extranjeros se hizo más visible en el lugar. De allí es que se use comúnmente el francés, el italiano, el inglés, etc.
En cuanto a los cristianos de Tierra Santa. ¿Quiénes son?
Los cristianos de Tierra Santa son en su mayoría árabes palestinos y jordanos en un 99% y comparten alegrías y dolores, fatigas y esperanzas con el resto de la población, de su gente. ¿Y el restante 1%? Está constituido por extranjeros que han llegado en las últimas décadas a Tierra Santa para rezar, estudiar o también vivir, en búsqueda de una vida de fe auténtica y de firme esperanza anclada en los mismos orígenes. Hay además unos 300 judíos-cristianos en Israel, es decir convertidos a la fe cristiana e hijos de matrimonios mixtos, también ellos forman parte de la Iglesia Madre de Jerusalén.
Según los datos oficiales, los cristianos representan alrededor del 2,2% de la población: aproximadamente unos 500.000 en una población de unos 14 millones de habitantes de Jordania, Palestina e Israel.
Estos fieles están repartidos en varias Iglesias: católica, ortodoxa y protestante, y en bastantes ritos: el rito latino (también llamado rito romano); el griego católico o melquita; el sirio; el armenio; el maronita; el etíope, el copto y el armenio. La Iglesia ortodoxa posee también diferentes ritos.
En cuanto respecta a la Ciudad Santa de Jerusalén en el 1948 habitaban unos 28.000 cristianos, un cuarto de la población. Hoy son solamente 10.000 entre una población de 600.000 judíos y 240.000 musulmanes.
Hay otra realidad que ha surgido en los últimos años. Son otro rostro de la iglesia local. Son aquellas personas que en los últimos años han ingresado a Israel como judíos pero que son cristianos ortodoxos. Los cálculos indican que podrían llegar a ser hasta unos 350.000, la mayoría provenientes de los países de la ex-Unión Soviética. Muchos de ellos no tienen práctica religiosa.
La Iglesia de Jerusalén es la Iglesia del Calvario, del sufrimiento, pero es también la Iglesia de la Resurrección, y, por ello mismo, la Iglesia de la Esperanza, esta realidad profética es particularmente importante recordarla cuando las esperanzas humanas tienden a desaparecer. No todo terminó en la muerte del Señor y en su sepultura, sino que de su santo sepulcro volvió a surgir: ¡Resucitó! Ello marca la gran esperanza de los cristianos y la gran santidad que para nosotros tiene esa Tierra Bendita.
2. ¿De dónde vienen los cristianos de Tierra Santa?
Comienzo este punto aclarando un malentendido. Los cristianos de Tierra Santa no son convertidos del islam, sino que son los descendientes de la primera Iglesia de Jerusalén. Además cambiar de religión está prohibido por algunas leyes civiles y culturales.
En cuanto a nuestra Iglesia local, el Patriarcado Latino de Jerusalén comprende: Jordania, Palestina, Israel y Chipre. Tenemos que admitir que el peso de nuestro Patriarcado está en Jordania dónde están principalmente nuestros feligreses, donde hay más familias cristianas, más religiosos, más escuelas, seminaristas y estudiantes, quizá porque ha sido menos tocada por la emigración y porque tantos palestinos se han refugiado entre nosotros y también gracias a la estabilidad política.
- En el Patriarcado hay 30 congregaciones masculinas y 72 femeninas que prestan varios servicios religiosos, educativos y sociales. A ellos les estamos muy agradecidos.
- La Iglesia católica administra la Universidad Católica de Belén y 104 escuelas frecuentadas por 50.000 estudiantes. 42 escuelas frecuentadas por 20.000 estudiantes dependen directamente de nuestro Patriarcado. Dios mediante, comenzaremos próximamente una nueva Universidad en Mádaba. Damos mucha importancia a estas escuelas, a pesar del peso financiero y del déficit acumulado. Las escuelas y centros educativos son para nosotros una cuestión de vida o muerte: Porque de allí vienen todas nuestras vocaciones sacerdotales y religiosas; porque en esas escuelas e instituciones educativas se vive el diálogo de vida con ortodoxos, judíos y musulmanes. En esas escuelas se han preparado nuestros políticos cristianos y no sólo.
Otras Instituciones administradas por la Iglesia Católica son:
- 15 orfanatos
- 2 casas para personas minusválidas
- 10 asilos para personas ancianas.
- Varios hospitales.
- Es de remarcar nuestro Seminario de Jerusalén. Hay 24 seminaristas mayores y 47 seminaristas menores.
3. ¿Cuál es la vocación de los cristianos en Tierra Santa?
Los cristianos tienen un rol fundamental en la sociedad en que viven.
A) Son los testigos vivientes (piedras vivas) de la historia de la Salvación. Son presencia y testimonio de fe experimentada y probada en los Lugares Santos. Están orgullosos y perseverantes, a pesar de las injurias de la historia y de los hombres, de las guerras y de los conflictos sin fin. Las diversas Iglesias presentes en nuestra Tierra buscan de colaborar de manera estrecha, superando la diversidad de ritos, tradiciones y visiones.
B) Los cristianos de Medio Oriente desempeñan también el rol de ser puente entre oriente y occidente. Y para ser puente es necesario estar firmemente fijo a los dos lados. En efecto, están fijos en Oriente que es su medio histórico, cultural, lingüístico, literario, psicológico y político y estás fijos en Occidente por la fe, por su patrimonio espiritual y su apertura intelectual.
Los cristianos de Tierra Santa y los otros árabes cristianos, en general, por su pertenencia variada a distintos grupos de orígenes, como decíamos al inicio, quizá sean los únicos que pueden jugar este rol de ser ‘puentes’ y por ello no deben ser abandonados, ni se los debe dejar solos en la hermosa y difícil misión de ser los testigos del Dios hecho hombre. Los cristianos del mundo deben conocer a sus hermanos que viven allí, deben alentarlos a ser luz y sal, escucharlos y, también, ayudarlos.
4. ¿Cómo viven dichos cristianos?
Son parte esencial de su comunidad social, viven, por tanto en contacto diario con musulmanes y judíos, superando las innumerables dificultades de conflicto político-religioso de Medio Oriente que se presentan con la ocupación militar, la violencia e intolerancia de grupos radicales de diversos estratos, comparten con los habitantes del país en donde viven las humillaciones cotidianas, estando limitados a trasladarse, a elegir libremente el estudio, el trabajo, etc. y esto por no hablar de muro de separación a lo largo de unos 700 kilómetros, que aísla completamente la población palestina. Y este muro causa gran dolor, no solo al pueblo palestino sino también a muchos hombres y mujeres de buena voluntad que en Israel están en contra del mismo.
Creo que la mayor parte de toda la población, palestina e israelí, anhela la paz. Pero, desgraciadamente, parecería que no se ven los frutos de dicho deseo en el vivir cotidiano y en el creciente y peligroso hacer político.
En este difícil contexto social y político no falta por tanto la emigración de los jóvenes e intelectuales que van en búsqueda de un futuro más seguro y más humano. Se trata de una verdadera y propia hemorragia, un continuo desangrarse que priva a la Iglesia de Jerusalén de muchos de sus mejores elementos sociales.
Lo nuestro, lo mío, no es hacer política. Pero la realidad del conflicto constante entre palestinos e israelíes y la falta de una visión clara hacia donde se quiere llegar produce en muchos estratos de la población un sentimiento de vergüenza, de desesperación, de frustración y también, desgraciadamente, de rencor y deseo de venganza. Ya son más de 60 años de conflicto…
Debemos trabajar, cada uno en su campo, para no dejar que las facciones fundamentalistas de ambos lados sean los que dirijan los destinos de sus pueblos.
Me preocupa:
- Que tantos jóvenes israelíes y palestinos hayan nacido bajo el conflicto que todavía dura.
- Me preocupa que el párroco de Ramallah o de Belén no pueda organizar con sus fieles una visita a Jerusalén o a otros lugares santos. Solamente para la fiesta de Pascua el gobierno israelí da permiso a un número limitado de personas.
- Lo único que deseo para las familias cristianas y musulmanas es una vida normal. Esta vida normal, lamentablemente, hoy por hoy no existe.
Todos sufren por la falta de paz, pero la falta de paz es signo de que falta justicia. Y, en este caso, la justicia elemental que asegura una patria segura para cada nación, para Israel y para Palestina.
5. ¿Qué se puede hacer para ayudar a los cristianos de Tierra Santa?
Para ayudar a los cristianos de Tierra Santa, los obispos han propuesto concentrar las propias actividades según cuatro letras ´P´, así lo han querido remarcar a modo de regla mnemotécnica:
1)- Petición a Dios en la oración: Plegaria. Rezar por la paz en la región. Nosotros creemos en el poder de la oración.
2)- Peregrinación: En este momento y no obstante los comprensibles temores de las personas, los peregrinos han comenzado a retornar en Tierra Santa. Los funcionarios palestinos e israelíes remarcan que jamás un peregrino ha sido herido o estado en grave riesgo.
El incentivo de las peregrinaciones es un bien para todos: 1. Para el mismo peregrino, que se enriquece con el contacto de los lugares en donde Dios se reveló a los hombres. Hay un crecimiento en la fe, en la cultura, en la amistad. 2. En segundo lugar, es una ayuda ‘moral’ para los cristianos, que se ven acompañados por sus hermanos. 3. Se trata de una ayuda efectiva, económica, para todos los habitantes de Palestina e Israel, judíos, musulmanes y cristianos, ya que genera un movimiento económico considerable.
3)- Proyectos: Ayudar en proyectos específicos para ofrecer una ayuda concreta, y han quedado felices de poder ver la realización de sus proyectos.
4)- Presión (Advocacy): La presión consiste, por más que esto resulte difícil, en hacer sentir a los diplomáticos de las partes en conflicto, Israel y Palestina, que el muro de la vergüenza, la actitud de ocupación militar, la violencia, el fundamentalismo, el no reconocimiento de los derechos recíprocos de las poblaciones, etc. no ayudan a la realización de la justa y duradera paz, que la seguridad de uno depende de la seguridad del otro y que todos estamos llamados a vivir y a coexistir juntos. Y por ello pedir a las autoridades predispuestas a ello que se empeñen seriamente para ayudar el proceso de paz entre israelíes y árabes, y hacer conocer y divulgar la realidad y las consecuencias del conflicto en las instituciones religiosas y políticas, nacionales e internacionales.
El futuro de la historia y, sobretodo, Dios, juzgará la actitud de cada uno ante los hechos que desangran a la Tierra del Señor. ¡La paz es posible! Aunque cueste mucho reaccionar pacíficamente con todos los medios necesarios para la consecución de la misma.
La ayuda sea de un modo u otro es la que ha sostenido a la Iglesia de Jerusalén, quien va mendigando por el mundo ayuda ya desde el tiempo de San Pablo.
Reflexión
Pobre Jerusalén: "Madre de todos los pueblos, el Señor ama sus puertas, más que a todas las moradas de Jacob. Pobre ciudad de Dios en el cual uno y otro han nacido en ella. Parece que el Señor no la sostiene más". Son palabras muy tristes. Pertenecen al Salmo 87.
Y sin embargo allí está el corazón, el centro natural de nuestra alma religiosa. En aquella Tierra, en aquella Ciudad se encuentran misteriosamente grabados nuestros "registros de ciudadanía", allí están registrados vuestros nombres y aquellos de todos los pueblos. Jerusalén, Iglesia Madre de todas las otras Iglesias.
Es Abraham a quien Dios indica esta Tierra misteriosa: "Sal y ve… donde yo te mostraré" (Cf. Gn 12, 1) y en Betel Abraham construyó su tienda y "construyó un altar e invocó el nombre del Señor" (Gn 12, 8).
Desde ese lugar único del planeta que llamamos ‘Tierra Santa’ Dios quiere que recibamos el ser hijos Suyos por adopción (cf. Gal 4, 4-5). Aquí inicia el gran Misterio de la Encarnación con todo aquello que conlleva hasta la Resurrección y al mandato de la Evangelización del mundo entero "comenzando por Jerusalén" (Lc 24, 47b).
Nos parece que el duro destino de la Ciudad Santa martirizada se haya extendido a todo Medio Oriente, e inclusive a toda la historia humana. Pero, ¿por qué el Señor ha elegido a esta Tierra? Dios hace siempre elección inesperadas (cf. Cor 1, 27). Así lo ha hecho con la elección de las personas, pero también de la tierra "más humilde" y también más expuesta a invasiones, guerras y deportaciones. Es el estilo de Dios que da significado a nuestra esperanza. Todos los pueblos medio-orientales y mediterráneos han tenido algo que ver con ella, como viajeros, conquistadores, invasores, ‘deportadores’, etc.
Jerusalén fue objeto de destrucción por más de veinte veces, pero resurge siempre. Como ha Resurgido, Resucitado, allí el Hijo del hombre.
Como Pastores del Patriarcado Latino y en cuanto cristianos, somos conscientes de que no estamos solos en el terreno. Hay otras 13 Iglesias cristianas en Jerusalén. No podemos hablar tampoco en nombre de todas. Nuestra Iglesia está llamada a trabajar con los otros, antes que a trabajar sola, cosa que por otro lado no podríamos hacer debido al pequeño número.
"¡Jerusalén, Jerusalén… cuántas veces he querido reunir a tus hijos… y tú no has querido!" (Mt 23, 37). La Ciudad Santa vive definida muchas veces como la Ciudad de las divisiones y de las contradicciones. Pero esto ¿es así? O ¿no será que lo contrario es verdadero? Quizás habría que decir que ante tantas contradicciones, sin embargo hay una gran realidad, más profunda, Jerusalén es signo de una extraña unidad que hace que solamente hacia ella vayan fieles de las religiones monoteístas a rezar, solamente en ella se ven a todos los cristianos del mundo cantar las alabanzas al Redentor en todas las lenguas del mundo. Solamente en ella las voces se alzan y proclaman que aquella Tumba del Divino Nazareno esta vacía, gran "Signo" de su Resurrección. Ninguno se opone a esta verdad. En Jerusalén, entre los espacios reducidos de la Basílica del Santo Sepulcro, podemos conocer los ritos cristianos de distintas tradiciones. Es por ellos que allí van TODOS los pueblos de la tierra y siempre y solamente con una finalidad religiosa, y en esto descubro un signo de unidad.
Judíos del mundo entero ven a Jerusalén y anhelan ‘subir’ hacia ella. Cantar las alabanzas en la Tierra en que Dios se reveló.
Los musulmanes consideran ‘Al-Quds’, ‘La Santa’, aquella ciudad que los atrae y que consideran uno de sus centros mundiales principales.
Creo que no se ha hecho lo suficiente por la paz. Aquellos que dirigen las naciones tienen la responsabilidad ante Dios, sus rectas conciencias, las demás personas y la historia, de realizar lo que deben.
Creo que la convivencia interreligiosa es posible, como se ve en Argentina. Pero una tal convivencia exige una condición preliminar, aquella de una paz justa y verdadera. Mientras tanto, no hay que quedarse de brazos cruzados, sino buscar de multiplicar sobre todo los encuentros personales o de grupo. Se ha mostrado que estos encuentros son verdaderamente un lugar, en donde todos los prejuicios caen poco a poco y en donde una mejor comprensión del otro es posible.
En este momento, es la paz aquello que me parece sea la necesidad más vital y evidente. Sin la paz nada es posible. Mientras esta región permanezca estrangulada, dividida por el odio, por los muros y por la discriminación, por la tentación de poner en manos de fundamentalistas e intransigentes el poder, nada bueno se puede construir. Debemos trabajar para construir puentes, para desterrar el odio de los corazones, para mostrar que es posible vivir juntos en paz, justicia y seguridad. Pero que cada uno, sea palestino, israelí o simpatizante, tenga la honestidad de reconocer los límites de su punto de vista y de abrirse a los problemas de la parte adversa. Esto es entrar en diálogo y no ser esclavo de un partido cualquiera con posiciones muy reducidas. Es necesario creer que la paz es posible, pero es necesario construirla juntos, evitando por tanto, y de manera absoluta las medidas unilaterales.
Honorables oyentes, pido, humildemente, que cada uno de vosotros colabore en la medida de sus posibilidades para construir una paz justa y definitiva en la región medio-oriental. El Sínodo apenas terminado en Roma, vuelve a hacer un llamado por el bien de todos, un llamado crudo, pero lleno de realismo, prudencia, respeto y amor por todos los habitantes de Oriente Medio. Así se expresa en su Mensaje a la comunidad internacional: “Los ciudadanos de los países de Oriente Medio interpelan a la comunidad internacional y en particular a la O.N.U. para que trabajen, sinceramente, por una solución que traiga la paz justa y definitiva a la región, y ello mediante la aplicación de las resoluciones del Consejo de Seguridad y tomando medidas jurídicas necesarias para poner fin a la ocupación de los diferentes territorios árabes.
El pueblo palestino podrá, de este modo, tener una patria independiente y soberana y vivir allí con plena dignidad y estabilidad. El Estado de Israel podrá gozar de la paz y de la seguridad dentro de fronteras internacionalmente reconocidas. La Ciudad Santa de Jerusalén podrá obtener el estatuto justo que respete su carácter particular, su santidad y su patrimonio religioso para cada una de las tres religiones judía, cristiana y musulmana. Esperamos que la solución de los dos estados se haga realidad y no sea un simple sueño.
Condenamos la violencia y el terrorismo, independientemente de donde provengan, y todo extremismo religioso. Condenamos toda forma de racismo, antisemitismo, anticristianismo e islamofobia y hacemos un llamado a las religiones para que asuman sus responsabilidades en la promoción y diálogo de las culturas y de las civilizaciones en nuestra región y en el mundo entero.” (Mensaje, nº 11)
CONCLUSIÓN
La fe permanece en la base de la esperanza de la Iglesia de Tierra Santa.
Un día, serán reconducidas la Justicia y la Paz en la Tierra del Príncipe de la Paz.
Un día, los jefes políticos llegarán a comprender, más allá del juego de los intereses y de las ambiciones políticas, el sentido, la naturaleza y la vocación de esta Tierra bendita, elegida por Dios para unir los hombres con Dios, y entre ellos.
Pero, en toda circunstancia, el "pequeño rebaño" de los cristianos de Tierra Santa, incluso si permanecerá pequeño, permanecerá fiel a la fe y al misterio que Dios reveló en su Tierra gracias a nuestra comunión eclesial y a vuestro soporte y amistad.
Gracias por vuestra atención.
+ Fouad Twal Patriarca